Dos
taxistas platican, recargados en uno de los autos, mientras comen sendas
tortas, afuera de la estación del metro Cuitláhuac.
-Al
tiro, mi “Tripa”, cuando andes rolando por Insurgentes, a la altura del Parque Hundido.
-¿Qué
pedo ahí, pinche “Barbas”?
-Pos
ahí la afana un ruco, disfrazado de payaso, pero más bien se la rifa de mago…
-¿Y
eso que chingados?
-Aguanta…
la jugada está así: se acerca a algún automovilista que se haya clavado mirándolo,
le avienta un choro y sin que se dé cuenta el elegido, le tumba el reloj o algo
que la persona traiga más a la mano. Tiene dedos de seda, como los carteristas
de antaño; es fino y ni sientes cuando te da baje. Por lo regular, no´más se la
aplica a hombres. A las mujeres les dice dos que tres piropos, se las da de muy
romántico.
-El
choro eres tú, mi Barbas, o ¿ya te llevó al baile?
-Nel
Carnal, a mí me contaron y yo te lo paso al costo. Ahora que aprendiste ya
sabes, si te duermes no vayas a andar chillando.
-Camarón
mi Barbón, voy a andar a las vivas; pero ya, no te hagas, mucho rollo para
marearme y que se me olvide que hoy a ti te toca disparar los chescos.
-Pos
ya te tardaste, desde hace rato los hubieras bajado del refri.
-Te
voy a bajar la comida, pero a patadas, pinche gandalla.
Así,
entre albures y discusiones, para demostrar quién de los dos se la rifa más en
la Ciudad, los amigos terminan su comida y regresan a “perrear” el pasaje.
Días
después, el “Tripa” volvió a escuchar, de otros compañeros taxistas, las
andanzas del finísimo personaje Don Mago, quien hace sus viejos trucos a cambio
de unos varos y algo más. Por cierto el mote no es tal, tampoco se refiere a
sus habilidades como ilusionista, tiene que ver con su nombre real, el cual no
mencionaré aquí, pues al susodicho le molesta sobremanera que la gente se
dirija a él con “esa palabra elegida por mis padres en la pila bautismal, para
darme a conocer al mundo”, dicen que dice.
Precisamente,
al buen “Tripa” le gusta trabajar por aquella zona del conocido Parque, así que
no pasaron muchos días para tener la oportunidad de ver en acción al famoso
Mago. Y según él, iba bien preparado para que no lo chamaquerá y devolverle el
tiro por la culata.
Pues
ahí estaba, su aspecto entero era una agresión visual: sombrero de copa, pero
de peluche y un color fosforescente ya bastante apagado, saco y pantalón
negros, con exceso de parches, quizás para hacerlo más vistoso, playera de la selección
de fútbol de Croacia y para rematar, la corbata hecha de latas de refresco, de
todos colores; sin duda muy original.Por supuesto, la indispensable pintura de
payaso, que a pesar de dibujarle una enorme sonrisa, no logra disimular la
malicia en su rostro.
Ahora
les cuento el acto.
Aprovechando
los escasos segundos del semáforo en rojo, saca una larga tira de mascadas por
su boca, luego simula tragar una espada, rápidamente con unas pelotas hace
malabares, por último se acuesta en una tabla de supuestos clavos; no se puede
negar que le pone velocidad al asunto, nuestro Copperfield autóctono. Todo muy
revuelto, pero ese es el chiste.
A
propósito el “Tripa”lo observa, él se da cuenta y se acerca al profesional del
volante.
-¡Quihubole
Don Marg…!
-¿Qué
paso mi chafirete ruletero? Vámonos respetando desde un principio.
-Perdón
mi Mandrake de crucero, pero me han platicado tantas cosas de usted que sentí
familiaridad.
-Familiaridad
yo no tengo ni con mi familia, pero qué tranza, ¿le gustó el truco?
-Sí,
muy colorido ¿pues que comió?
-Me
alimento del aire, mi estimado, en el aire están los sueños, las posibilidades,
la fantasía, las bellas ilusiones que son el sustento de todas las almas…
-Con
razón está tan flaco.
-No
me interrumpa, estaba tomando inspiración… ¿usted cree en la magia?
-Simón.
-Entonces
¿va a cooperar para la causa o nada más pasó a ver?
-Pues
por ver no se paga ¿o sí? No se caliente, mejor sígame contando eso de los
sueños y la fantasía.
-Si
lo que quiere es una cátedra, le sale en otro precio.
-No,
mejor otro día, ahorita ando corto de luz.
-Todos
sus colegas dicen lo mismo, de seguro acaba de empezar a trabajar.
-¡Además
de mago es adivino!
-Pa´que
vea y eso no se paga con cinco varos.
-Bueno...
ahí le va un diente, pa´que no se agüite.
-Ya
vas, flaco, cualquier cacahuate, pa´l chango es bueno.
El
“Tripa” se quiere pasar de lanza y le deja ver al viejo Mago un pequeño sobre, que
lleva en la bolsa de la camisa, idéntico a los usados en algunas fábricas para
pagarle a los trabajadores; observa que
al prestidigitador de barrio le brillan los ojos, pero al voltearse para
agarrar unas monedas, se saca el sobre y lo guarda en la guantera. Mientras
estira la mano derecha para darle la coperacha, él hábilmente lo toma de la
zurda, que colgaba sobre la portezuela y le da un fuerte apretón.
-El
ilustre y noble Baden Powell decía que los verdaderos amigos se saludan con la
izquierda, porque es la mano más cercana al corazón.
-¡Ah,
sí! Creo que ya había escuchado eso. Tenga Don Marg… ¡perdón¡
-¡Ya
váyase!, el público está impaciente, le devuelvo su chueca, pa´que pueda
manejar.
-¡Orale
mi jefe, luego nos topamos!
Al
grito de:
-¡Muévanse
como anoche!
-¡Luego
echan novio!
-¡Préstame
tu calle, cabrón!
y un
concierto de mentadas de madre a ritmo de claxonazos, los demás automovilistas
reclamaban su derecho de tránsito.
El
confiado “Tripa” se aleja de ahí pensando que le había dado una lección a Don
Mago.
Calles
adelante, una señora le hace la parada; en cuanto sube al Taxi, pregunta la
hora.
-Son
las…
¡Sorpresa!
Desapareció el reloj.
-¡Carajo,
de todos modos el Viejo me torció!
Ese
es el truco.