Duermes.
Veo
tus demonios.
Tu
sueño es inquieto, transpiras.
Ellos
yacen junto a ti.
Se
masturban, viendo
tus
senos subir y bajar.
No
les importa
la
cercanía de otros cuerpos,
se
desquician admirando
la
silueta que tu éxtasis
delinea
bajo la sábana.
Tienen
prohibido tocarte,
pero
acuestan sus sombras
en
tus piernas.
Miro
de reojo
pues
yo también te deseo,
tu
respiración alterada me despertó,
sonido
armonioso que arrullaba
mi
sueño;
interrumpe
tu descanso
mi
naciente agitación.
Nos
encontramos en cómplice mirada,
adivinando
la intención recíproca,
impulsos
mutuos anticipan el lance,
tus
demonios se ponen en guardia,
dos
infiernos van a fundirse
sin
titubeos.
Cada
poro expele su euforia,
somos
un volcán orgánico
abrasando
el blanco mar
que
nos sostiene.
Pétalos de piel
atrapados en un beso,
sacia mi sed tu magma agridulce.
Inhiesta la réplica,
nos besamos cerrando el círculo
bebiéndonos la entraña,
con mañosa paciencia.
Como manecillas dislocadas
buscamos el eje
que nos devuelva al ritmo
del tiempo.
Tus demonios arden en silencio.
Sendos torrentes fluyen intestinos,
un aroma de cuerpos tibios
en
su vía láctea sumergidos.
Tu
demonios no tienen corazón
ni
alma, pero al vernos rendidos
se
arrepienten de no haberte
tocado.
1 comentario:
que tranza, ya valió el escribicionismo? Saludos!
Dark
Publicar un comentario