domingo, 28 de febrero de 2010

Voy a morirme, como gota de agua en el desierto, palabra callada, recuerdo incierto, caricia rechazada. Desapareceré, igual que un ideal olvidado, sueño nonato, deseo apagado, abstenido intento. Mis santos, están desnudos, hambrientos, arrodillados. ¡Llanto aprovecha la tristeza y viértete! Me lamento ahora por mi muerte, imposible hacerlo posteriormente. Lo arrostro terrenalmente. Muera primero el dolor, a continuación yo; los últimos segundos, libre del rencor, no siento más temor. Me he perdonado.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Miraste a la muerte viniendo de frente, no sostenía libro ni balanza, su rostro impasible, nada decía, por eso le llaman la parca. Suceso inesperado te suprimió de la vida, fuiste desintegrado violentamente, arrojado a donde nadie sabe, el lugar no esta situado en mapa alguno; es imposible percibirte en este sopor, eres una presencia imperceptible, en un punto impreciso, del llano abismal que es la inexistencia. Procedes a crear tu limbo sin sufrimiento, ha vuelto a su origen el pensamiento. De colores y figuras no puedes hacer uso, no es oscuridad, tampoco ausencia, brevedad interminable, efímera eternidad, transitoria; feneció la memoria, te llamas Ánima, careces de forma, mas eres dueño de esta vacía vastedad.

lunes, 8 de febrero de 2010


Con recurrencia sueño ser habitante de una ciudad en la que existe una sola calle principal, la cual es amplia e interminable; camino por ella como en una banda sin fin. La calle es toda la ciudad.
Los autos pasan sin hallar aparcamiento. Inacabable calzada donde van y vienen lo deseado y lo que se ignora.
Ruido y mucho humo enrarecen el ambiente, gritos chillones de carros indomables, piloteados por robots desquiciados que presumen un desigual dominio.
Gente atravesando de una acera a otra, combatiendo sordamente, cada uno solo; riadas de autómatas angustiados, llegando siempre tarde. Transeúntes taciturnos, osados, se hacinan en banquetas de dimensiones insuficientes, con escasa precaución juegan al equilibrista en las orillas, evitando penosamente ser agredidos.
El asfalto se empeña en detener la marcha de autos y personas.
Centauros metálicos de patas vulcanizadas lucen sus cromadas crines; rugen galopando raudamente, eludiendo los obstáculos móviles.
No hay armonía en esta vía.
Caminos serpenteantes y callejones estrechos, semejantes a vértebras arruinadas, empiezan y terminan en ella. A sus flancos, barrancos copiosos de desechos amurallan los caminos.
El cielo ofrece su límpida faz, con un sol fustigante desde el cenit, aniquilando cualquier asomo de agua en el aire o el pavimento; ninguna construcción o árbol logra dar sombra a los peatones que deambulan somnolientos.
Un ángel desastrado, otea con ojos lacrimosos, posado en su nube de hollín. Dragones descalzos calientan el aire al rojo vivo en cada cruce. Malabaristas de la pobreza, ataviados con caretas de jolgorio insisten en que se practique la caridad.
En mi desvarío onírico, el gentío no sabe a donde va, aún teniendo referencias exactas: entran y se pierden, salen confundidos, sube sin ganas, bajan ansiosos, corren sin meta fija, chocan unos con otros, retornan al mismo lugar, compran sin necesidad, venden , tranza, bebe, fuma, insulta y su humanidad se pierde cada vez más.
Al despertar, inicia la innegable pesadilla.

lunes, 1 de febrero de 2010

Dios, inspiración, musas. ¿Quién, siembra mi mente con pensamientos súpitos, en instantes súbitos? ¿Si niego a alguno de ellos excluyo a los otros dos?
Las musas son un invento, representadas con alta gracia, por cierto; se presume poseen la facultad de excitar una específica habilidad.
Inspiración, indefinible como todo lo inmaterial; se le atribuyen magníficas creaciones, preceptos dictados por impalpables visiones. En ninguno se muestra la genialidad como una prenda ordinaria, sin embargo está, pura e intacta, aún al ser desaprovechada. Es un don acrecentable, si bien nada obliga a cultivarle.
El diamante lo es aunque se halle enterrado, aún sin pulimento; luce después del trabajo de manos diestras.
¿Entonces, Dios dónde tiene cabida?
Para mí, la inspiración y Él son lo mismo en un momento dado, exclamo fascinado tomando dictado, cuando con esa dadiva soy agraciado. Sin embargo me he convencido que el esfuerzo es gran parte del resultado.
Esto no es un tratado acerca de lo sabido, lo declarado o lo confirmado; mucho menos de lo oculto. Ni un ejercicio de convencimiento.
Necio es negar lo que afirmamos nulo.
Hago constar mi creencia y también el escepticismo que me genera desconsuelo.
¿De cuál fuente provienen los recursos, la facultad de evolucionar? Considerando la evolución como un proceso de constante mejora para la esencia del ser.
¿Una explosión improbable? ¿Un Dios sin virtudes ni potestad?
Imprecisas teorías, suma de equívocos consolidan verdades inciertas.
Y si la historia llega a un final, quizá todo sea mentira.
¡Dios mío, cuántas perennes dudas!