Apareces desnuda, en el lado
opuesto al de la salida del sol y mi mundo se confunde; los girasoles invierten
su giro, inclinándose hacia dónde vienes.
Impetuoso viento frena al divisarte,
te toma en sus manos suavemente; asociado a las aves, trae a ti los más bellos
trinos, para velarte en la siesta.
La tormenta se avecina, gruesas
gotas comienzan a caer violentas, pero al divisar tu hermosura reposada, se
disipan nubes negras; la precipitación baja hacia ti con delicadeza.
Próvida resbala, lavando tu
impoluta desnudez, el tenue aguacero se pega a tu piel; ávido de recorrerte,
muere en ti evaporándose.
Un arcoíris de tulipanes crece
hasta alcanzarte, ataviando tu sin par belleza.
El sol sabe que debe retirarse,
pero retrasa su ocaso, cae con tristeza, sin dejar de contemplarte.
Recorre, con una mezcla de ansia
y paciencia, el otoño de tus manos, el verano de tu rostro, la primavera de tu
vientre y el invierno de tus pies.
Se va, con la sed en sus ojos,
las manos hambrientas, a dormir su fatiga, a soñar su diaria esperanza.
Silencio de paz en torno a ti, te
acompaña al despertar.
Haces caer la noche al soltar
tu cabello y todo empieza a sosegarse.
Del cenit nocturno se adueña el
cuarto creciente de tu sonrisa.