lunes, 21 de abril de 2014

Semillas

Somos semillas esparcidas en la tierra, arrojadas al azar.
Días como lluvia viéndonos crecer, nos abonan con paciencia,
delicados cuidados y necesarias experiencias.
Destino indefinido, florecer o malograrnos,
afianzar nuestras raíces, ver crecer a nuevos tallos,
reverdecer en temporada y a su tiempo marchitarnos.

Botellas vacías

Encalladas en un mar de polvo y días oscuros.
Enfermas de calma, bajo un alud de miserable tiempo, fueron perdiendo plenitud.
Estancadas, sólo su sombra camina, no se inmutan si llueve, nunca notan si es lunes o es viernes, ya no ríen o lloran, nada las conmueve.
Derramadas en ocasiones 
mezquinas, desilusionadas por esperanzas esquivas.
Totalmente huecas, autoexiliadas de las emociones, perdieron el sentido del movimiento, yacen rendidas en la inanición.
Tanta noche opacó sus cuerpos, el sol no se refleja en ellas.
Otrora bellas y lozanas, bailaban, reían, cantaban; hoy lloran al verse en si mismas, tan solas y vanas.
Poco a poco van cayendo rotas; si no se quiebran sus bocas, se quedan largo tiempo abiertas.
Trituradas por el molino de la vida, polvo cristalino, amalgamado con vulgar lodo, revolviéndose en el crisol eterno del universo.

Creadores


No tienen voz las palabras,
ni tiempo los pensamientos.
Mas desde el silencio,
cuando la idea se gesta,
encuentra sonido,
forma y material.
Se infiltra en algunos sueños,
usa un tono que escuchan los sordos,
hace cantar a la madera y al hierro,
es la perfecta armonía
del bien y el mal.
Se deja retratar
en un boceto ,
o se vierte en 
tremulas letras;
es un susurro divino
o un grito diabólico,
como sea, a quien lo escucha
le llaman loco.
Mentes inspiradas,
del asombro al delirio,
manos en movimiento,
atrapan fantasías,
juntan notas o 
engarzan verbos;
le dan cuerpo a la cantera,
en colores perpetúan visiones.
Instinto primitivo,
arcaicos ensueños,
perviven y nutren
atemporales momentos.