sábado, 11 de junio de 2011

-¡A partir de este momento tienes media hora, nada más, para convencerme de no jalar el gatillo!


Y no me vayas a salir con que tienes hijos, quieres verlos crecer. Ayer regañaste fuertemente a uno de ellos por una travesura sin consecuencias y no supiste como reconciliarte con él; ni modo. Tal parece que ese es tu estilo: dejarte llevar por el enojo y después no encontrar una manera de hacer sentir bien a las personas al darte cuenta de tus excesos. Se te acaban las palabras cuando se trata de aceptar tus errores.
Y si esta mañana no te despediste de tu esposa por tu estúpido orgullo, pues anoche puso en entredicho tu capacidad para arreglar los problemas en el negocio, te aguantas, ya no volverás a hacer ninguna de las dos cosas: enojarte con ella porque te cuestiona y dejar de hablarle mientras te sientes agraviado.
Míralo por el lado bueno –toda situación lo tiene, pero tú eres tan corto de miras- por fin te quitarás de encima al gestor aquel tan hostigoso, además la empresa a la que representa, considera saldadas las deudas cuando muere el titular del contrato.
Te estoy ofreciendo la solución a gran parte de tus problemas, no más diferencias con Angela, no más reproches de tus hijos, ellos podrán tener todas las cosas que desean y tú bien sabes, ahora no estás en posibilidad de dárselas.
Pero si no dejas de llorar será difícil que sopeses lo positivo de esta situación y sus beneficios a largo plazo.
Se termina el tiempo y el silencio me habla de tu incompetencia para darme una buena razón capaz de hacerme considerar no quitarte la vida.
Tu dinero no me importa, ni tienes nada que sea valioso para mí, si poseías algo digno de robarte, lo fuiste perdiendo con los años. Mírate, por lo menos abre los ojos y ve la fría boca que te escupirá muerte en caliente.
¡Ah, este momento es inspirador! Tengo tu vida en un puño, a ti te falta el valor para empujarme y correr buscando salvación. Es muy triste ver tu lastimosa condición, pero esta ocasión no tendré conmiseración; piénsalo, es lo mejor para todos.
Puedes hacer de estos minutos, la media hora más larga de tu vida o simplemente pídemelo y acabo de una buena vez con tus dudas y remordimientos.
¡Di algo en tu defensa!, hazme una promesa, proponme un trato, intenta mentir de manera convincente, no puedo creer que te hayas quedado sin recursos y aceptes dejar pasar una bala destrozando tu cerebro.
No es fácil, lo sé, tampoco para mí. Me tiembla la mano, hasta quisiera arrepentirme de lo que voy a hacer antes de hacerlo, pero si te dejo seguir con tu vida, nada va a cambiar. Me imagino que estás terminando tu examen de conciencia, seguro no hayas ni una sola cosa, suficientemente sólida, para aferrarte y levantarte. ¿Dónde te perdiste?
En fin.
Se te acabó el camino, enfrente está el precipicio y tú no sabes volar, así que simplemente déjate caer. Si te sirve de consuelo, déjame decirte sinceramente que tuviste momentos muy buenos, pero hasta aquí llegaste.
Shhh, ya no sirve de nada que hables, no voy a darte otra oportunidad… clanc… bang…

“Sr. Juez, no se culpe a nadie de mi muerte”