martes, 8 de noviembre de 2011


Lo anterior ahora vuelve.
Envuelve la visión entera.
Es la espera momentánea,
llega, siempre espontánea,
se queda, pero cambia.
Prescinde de la palabra,
en las ideas se instala,
baja a la boca y estalla,
por las manos se desgrana,
con el cuerpo entero habla,
aún sin voz declama y canta.
Es algo que nos traspasa,
cae profundo, odia y ama,
nos libera, se desata,
sabe gritar mientras calla.
Trae acción de madrugada,
y olvido por la mañana.
Gusta de andar a rastras,
igual que a lo alto se alza,
vaga lento, en paz observa,
el infierno en las miradas,
en los rostros de fantasmas,
que por calles diario vagan.
Su chispa jamás se apaga,
va donde le viene en gana,
está su voz emparedada,
se oye al viento su tonada,
cae desde las viejas ramas,
levemente agita el agua,
otea en antigua atalaya,
solitaria ánima pagana,
se dispensa a mansalva,
como luz de la alborada.