jueves, 28 de abril de 2011

No sé a dónde se me escapan las palabras.
Quiero recuperarlas, recordarlas, tener una idea y alimentarla de palabras, vestirla de palabras, hacerla crecer con palabras.
Se van al compás del tiempo, hacia el olvido absoluto, silentes en la oscuridad de mi desesperación.
Caminaron despacio en esas horas en las que me encontraba imbuido en la duda, me veían de reojo cuando desalojaban mi memoria.
Vienen otras, no entran, pasan, procuro asirlas, unirlas, crear empatía entre ellas y la idea.
La idea latente, desnuda, hambrienta, en el seno infinito de la inspiración.
La inspiración se vierte imparable en el vacío ilimitado de la imaginación.
La imaginación multiforme, atemporal, llena de imágenes, sonidos y palabras el espacio insondable de la memoria.
La memoria que por si sola retiene y conserva sucesos, detalles, de la misma manera que en ocasiones omite lo obvio.
Una marejada de palabras me encuentra desprevenido, desprovisto de los utensilios para pescarlas; una red blanca y una caña de hilo negro debo tener a la mano, me digo, viendo el desierto que forman cuando se marchan.
En el comienzo del intento, veo la chispa que alumbra el camino por donde me encontraré con las palabras.
En la invisible prisión del pensamiento me siento en libertad de usarlas.
Nutren mi mente con su simiente etérea, las ocasiones en que me hablan las palabras.

domingo, 24 de abril de 2011

Naci ayer.
No tengo deudas ni promesas que alguien pueda reclamarme.
Ni siquiera planes, estoy a punto de dar el primer paso, eligiendo sin premuras algún camino.
Todo es nuevo para mí, la bondad y la maldad aún me son insípidas.
Mi pasado está en blanco, el presente inédito hasta que comience a moverme.
Sin pecados en la cuenta ni penitencias pendientes.
No estoy de fuga, nadie me busca, nadie me espera, todo lo que encuentre y a quien conozca, serán para mí un gran descubrimiento.
Voy confiado, pocas precauciones, ninguna preocupación.
Ningún recuerdo guardo todavía, no hay penas ni alegrías, comienza la suma de los días.
Mentira.

La manzana está mordida,
la evasión ya fue obstruida,
la causa parece perdida,
la negación será excluida,
la realidad me invalida,
la razón se halla dividida.
Un altar
para expiar;
una cruz
ofrece luz,
al corazón,
que anda
sin manda,
en barzón.

sábado, 23 de abril de 2011

VI

Eras la sombra más vivaz de esa noche.
Debajo del vestido negro tu piel lozana se sentía cautiva, aguardando unas manos libertinas para volverse juntas fugitivas.
Bella silueta con garras y sonrisa de niña.
Mientras mordías mi anzuelo me clavabas un arpón.
Te seguí por calles tan oscuras como tus ojos, creciendo el deseo al ritmo voluptuoso de tus pasos, el vestido largo barriendo la arena de esas calles, refugio de empedernidos noctámbulos; caminábamos apresuradamente pues hicimos un contrato de tiempo que nos empujaba a un sórdido lugar, donde el humo mareaba, las paredes hablaban, algunos rostros eran hoscos, otros insatisfechos, los más indiferentes parecían verdaderamente perdidos, las complicidades pasajeras se terminan cuando cada quien toma su camino y salen en busca de la próxima aventura o de una dosis de olvido. La noche siempre terciando en la repetición de la historia.
Bajo la luz mortecina la belleza se escondió, el candor en tu rostro desapareció, tu vestido largo dejó su esplendor en las banquetas, pero al caer sin pudor de tu talle, pude ver tus firmes senos pequeños, tus macizas caderas de mulata, tus piernas largas, que me animaban a dar el salto al precipicio. Afuera seguían la música y las risas, adentro el tiempo tenía prisa; fingimos por unos minutos que compartíamos la soledad y el egoísmo, de un lado malsana curiosidad y por otra parte, quizás algo más que necesidad. Entre nosotros dos el silencio no quería decir nada, tus ojos cerrados tampoco hablaron y ya empezaba a verte como a un recuerdo. En el acantilado de tus piernas arremetieron mis olas, mi espuma se regó en tu arena, cuando tus ojos fueron, por un momento, eclipse lunar.
Pensaba si tu oficio te redimía y tal vez era yo el único pecador, entonces deje de pensar y también de sentir, mientras escuchaba venir de afuera el bullicio de la gente y la voz del mar. Apresuramos las últimas caricias y un beso sin compromiso, cuando puntual el tiempo golpeaba bruscamente a la puerta. Salimos del lugar, juntos tan distantes, otra pareja de desconocidos separándose; hay momentos en que simplemente uno está, sin pensar ni sentir, nada más continuar, volver a caminar sobre la arena, entre el océano y la gente. La noche esconde la belleza de la playa, como tu cuerpo bajo el vestido negro. Tenía papeles para comprar más tiempo, pero ya no guardaba curiosidad, me dejé llevar por la oleada de gentes, arrastrando mis pasos, sin remordimientos pero muy cansado, viendo como el sol coloreaba el horizonte, una fresca mañana desde el puerto de algún lugar del mundo.

domingo, 17 de abril de 2011

Todo se volvió palabras.
Las cosas, los sentimientos, los sueños, los pensamientos, los deseos prohibidos, los pecados, las mentiras, los problemas, las frustraciones, la sabiduría, la ignorancia, las necesidades, todos los actos buenos y malos, las sensaciones, hasta lo que no se ve, lo más temido, suposiciones, creencias, leyendas, esperanzas. No existe nada en nuestro mundo que se libre de una palabra para poder ser nombrado; si existe algo inexistente y aún no es palabra, es que todavía no ha sido descubierto, ninguno lo conoce, nadie lo ha pensado ni imaginado. Hasta la palabra nada tiene significado.
P-a-l-a-b-r-a, formada letra a letra, como gotas de agua, contenidas en nube ligera, bajan sutilmente, como rocío refrescante llenando un vaso, amena plática. Se apalabra el pensamiento, se gesta, se manifiesta en obras, diversas formas, sonidos; finalmente llega a ser palabra.
Preciosas palabras, jamás innecesarias, siempre precisas, dando forma a las ideas, caen de la boca como tormenta imprevista. El dialogo monótono e interminable del silencio es interrumpido por una andanada sistemática de palabras.
Razonamientos y acciones, por medio de palabras se representan, letra tras letra, espacios, símbolos manifestando ideas. Lluvia intermitente, charla interrumpida, texto fragmentario. Necesidad que no se sacia con unas pocas.
Palabras acariciantes que se tornan agresivas. Palabras finas en boca soez.
Inesperadamente brotan, impotente para acallarlas me encuentran indefenso, cohíben, dan miedo; amargan la saliva, me perturban, escupo blasfemias, revelando mis sombríos sentimientos, rebelándome a mis principios. De entre los frágiles muros de mi impaciencia, se desbordan intempestivas, hirientes, gritos, amenazas, entre el coraje se vislumbra la violencia.
Turbias de mentiras, secan la garganta, insípidas al decirlas sin razón. Sedientas de expresión, se precipitan desordenadas. Me hacen correr buscando resguardo, mas de ellas esta colmado el continente. Pero no lastiman las palabras, es la intención del emisor y la interpretación del receptor. Palabras sin pies ni cabeza, sin motivo aparente empiezan, se perdió el principio y finalmente terminaran, inevitablemente. Un sol inhumano a de secarlas, ausencia de ideas, sequía, carencia de palabras; se acabarán, moriré de sed calladamente.

jueves, 14 de abril de 2011

Le tuvo fe a la noche, varias noches.
Despreció al día ¡cuántos desperdiciados días!
En sus ojos los resabios del desvelo, su cuerpo estragado por el necio esfuerzo innecesario.
Duerme al calor del sol, arrullado por los trinos bulliciosos de las aves y sueña que es un árbol, viviendo a gusto a la intemperie. Materia etérea le otorga la calma que anhela, mientras sueña la miseria se vuelve esplendor, desconoce el dolor, sobrepasando el temor, sumido en la natural inconsciencia, se prepara para surcar otra noche, renovado el valor.
Despierta cuando el ocaso se presenta, se suma a las filas de las sombras silenciosas, en la fresca madrugada por calladas veredas vela, siguiendo el rastro de otras oscuras ánimas, prófugas de la luz, que no buscan ni esperan amaneceres mientras pierden la cuenta de los malgastados ayeres.
Pero no se duelen de lo perdido, se regocijan brevemente con lo ganado, pues no pueden recoger la misma agua que han tirado y saben que el tiempo no va a reclamarles desde el pasado.
Vuelven a las tumbas abiertas, las sombras somnolientas, observando atentas al día venir.
El fragor de las horas matutinas, colmadas de rutinas, son ignoradas por las sombras que reposan, ligadas sus sensaciones con el crepúsculo; dejarán el encuentro con Morfeo para volver a vivir, juntos o dispersos, los nobles y los perversos, taciturnos pero sin reproches, rindiendo culto a la noche, a troche y moche o bajo la más rigurosa disciplina; solitarias y cerradas las iglesias, abiertas de par en par las cantinas, la lujuria paseando en las esquinas, se desnuda tras cortinas; la noche a todos sus inadaptados adeptos, de su locura los contamina.
¡Qué sola se siente la sombra!
Cansada, planea otra mudanza, pero ¿a dónde ha de ir sin fe ni esperanza?

martes, 12 de abril de 2011

Todo se volvió palabras.
Las cosas, los sentimientos, los sueños, los pensamientos, los deseos prohibidos, los pecados, las mentiras, los problemas, las frustraciones, la sabiduría, la ignorancia, las necesidades, todos los actos buenos y malos, las sensaciones, hasta lo que no se ve, lo más temido, suposiciones, creencias, leyendas, esperanzas.
Algunas veces he prescindido del uso de las palabras. Por ejemplo en mi trabajo…
Aquella fría pero despejada noche de invierno, en la que las rutilantes luces del cielo titilaban como en una competencia, tratando de lucir unas más que otras, me encontraba circulando por la zona sur-oriente de la Ciudad, en medio de un tránsito inusual para esas altas horas del día, cuando veo una mano levantarse para “hacer la parada”; como sucede en todos los casos, nunca sabes lo que te va a tocar en suerte, solamente esperas que haya gente en las calles necesitando hacer uso de un Taxi.
Eran tres personas sordomudas, a base de señas me fueron indicando el camino para llevarlos, sanos y salvos, a su hogar; en sus caras se notaba la preocupación, era de noche, una Señora –sentada en el asiento del copiloto- fue quien tomó el control de la situación, ya que hubo unos momentos en que los tres se manoteaban tratando de guiarme; la Señora me señalaba con firmeza la dirección que debía tomar, me miraba de reojo, quizás tenía en mente alguna mala experiencia anterior; desde el asiento trasero un Señor y una adolescente constantemente le tocaban el hombro, como queriendo hacerle alguna corrección, pero la Señora sólo hacia un ademán parecido al que utilizamos al espantar moscas, se ponía el dedo índice en la boca y con un sonoro ruido los aquietaba, esto me causaba un poco de risa, la señora se dio cuenta y también se reía, haciendo un gesto de condescendencia hacia sus acompañantes, quienes manifestaban demasiada inquietud; yo me mostré muy seguro durante el trayecto, sin hacer movimientos "sospechosos", para no angustiarlos más. Sin ningún tipo de sobresalto llegamos al lugar, luego de un viajecito de más de treinta minutos, era sábado casi a la medianoche, obras abiertas, dos accidentes, calles cerradas por fiestas, una típica noche de fin de semana en la Ciudad. Después de un ademán para indicarme la última vuelta a la derecha y de señalar con el índice hacia abajo (con mucha autoridad) para marcarme el alto, paramos en una de esas colonias populares donde hay venta de comida hasta bien entrada la noche y mucha gente paseando tranquilamente; se bajaron del Taxi, el Señor me pagó, la Señora me agradecía con elocuentes gestos y una sonrisa de agradecimiento, la adolescente seguía con la misma cara de enfado desde que abordo el Taxi; además de obsequiarme una generosa propina, quede muy satisfecho al ver reflejada en los rostros de la pareja la calma por haber llegado a su domicilio sin contratiempos ni algún tipo de abuso por parte de su servidor. Por último, el Señor hizo con su mano derecha la señal con el pulgar hacia arriba y también una sonrisa de gratitud en su cara.
Esta ha sido la ocasión, en poco más de dos años que llevo trabajando de chafirete ruletero, en que realmente he sentido la satisfacción del deber cumplido, sin que hubiera palabras de por medio para entenderme con los pasajeros.
Ahora recuerdo a otro joven sordomudo que inmediatamente al subir al Taxi comenzó a hacer ademanes para indicarme el camino, el problema esa vez fue que él se sentó en el asiento trasero y eso me dificultaba seguir sus indicaciones y al mismo tiempo manejar; afortunadamente fue un recorrido corto, no tuvimos mayores complicaciones para entendernos y al pagarme el servicio también me regalo unos pesos más de lo que marcó el taxímetro. Considero que en ambos casos fui yo quien no les causo dificultades a los pasajeros.
Y pues la enseñanza que he sacado de estas experiencias, es que debo buscarme puros clientes sordomudos, ya que dejan buenas propinas.
Palabras más, palabras menos.

lunes, 11 de abril de 2011

Me siento ajeno
sin tiempo ameno.
Con malsana apatía
pierdo otro día.
No hallo inspiración
que cause emoción.
Trato de aislarme,
no puedo fugarme.
Horas sin acción,
practico la dilación.
Mientras escribo,
colgado del estribo,
evadiendo el precipicio,
desdeño todo indicio,
malogro cada intento,
desprecio el tiempo,
evitando el momento,
de mostrarme dispuesto.
Buscando unas alas,
escucho las balas,
gritos rompen,
voces corren,
vidas caen,
almas arden,
cada año,
crece el daño,
soy testigo,
no investigo,
prefiero el mutismo,
vuelvo al ostracismo.
Constato con tristeza,
odio es pobreza,
soberbia es vileza,
perdida la nobleza.
Vivir del rumor,
con indigno humor,
torcido el amor,
podría ser peor.
No cuesta trabajo
caer más bajo.

domingo, 3 de abril de 2011

Amor, iré a morir. ¿De amor moriré? Si mueres por amor, no amas a morir. Mejor iré a amar, antes de la inminente muerte. A la mar de amor he ido, armada el alma de amores. Donde mores alma, ama. ¿Dónde moras alma enamorada? More en ti el amor mientras vivas. Amada alma mía, alas da el amor. Alada amada ¿dónde andas? No amordaces al amor, ni seas mordaz al amar. Arde haciendo alarde de amor, no tardes en darte al arte de amar, completo, no en partes. Descansa las ansias, apacienta la paciencia, instruye la inteligencia con diligencia. Demora a la muerte amando, ya sabes que perecer es tu sino, ¡oh, mortecino destino!, sin embargo persiste en amar. Buena o mala suerte, pero si la muerte será tu final, muere amando, mas no mueras de amor. Mereces amor perenne y veraz; ama y sabrás que aún si desapareces, el amor no fallece. Aunque amoroso, irás del gozo al pozo, entonces deja la pereza y ve con entereza a través de la zozobra, aprecia tus obras, mira que no sobran si rebozan de amor. Sed de amor sin saciedad, satisfacer al amar; no andes por las ramas, tu trama que sea sin drama si tratas de amar. Me lo digo, no hay cinismo, sin eufemismos, que no es lo mismo practicar el onanismo que aprender a amarse uno mismo y en el mutismo, disimulo, emulando al amor. ¿Has ido solo, a tu sino, asido y atado a ti mismo? No lo llames egoísmo.