jueves, 28 de marzo de 2013

Estaba sentado sobre el regazo de Madre Tierra, comiéndome las dudas con impaciencia, rascando en mis pensamientos, le regalaba mi tiempo al ocio, algunos suspiros al vacío, mientras mis ojos se poblaban de nubes, muchos sueños construí y destruí al instante, los largos brazos del sol me abrumaron en su abrazo al mismo tiempo que las frescas manos del viento se encargaban de hacerme estremecer, si éste cuerpo fuera de vidrio debería templarse o resquebrajarse, sin embargo ahí estaba yo, ahora andando, dejaba a los elementos estrellarse contra mi, además comenzó a llover, agua tibia y fresca en la piel corría, mis pies querían enraizarse, se hundían en el lodo anhelando integrarse, pero sólo lograba resbalar, caía en el necio intento hasta que me di cuenta de que no era mi momento de ser polvo y embarrado de una agridulce frustración reanude una marcha torpe sin rumbo preciso; un fuego más intenso consume mi fuego, un violento aire me disipa, la lluvia imparable se ocupa de extinguir todo calor, estrella apagada soy y además busco sombra para guarecerme; total que uno mismo se encarga de morirse o resistir.