sábado, 24 de julio de 2010

POST CON ROLA
Es su rostro un caleidoscopio de muecas y colores, cambiantes, desobedientes. En su cabeza las ideas se niegan a dar paso a oraciones coherentes, rehuyéndose entre si, entrecortando el habla. Los ojos hacen agua, a punto de naufragar en la espiral del ridículo. Aislado en isla infranqueable de temores, sabotea cada intento de rescate, adentrándose aún más al refugio ambulante que lo expone. Preso irredento, deambula intranquilo, por la gran cárcel sin barrotes, carente de ruta y destino. Sintiéndose inquieto por procaces pensamientos, contrarios a ciertos mandamientos. Largos letargos, flotando en anodino tiempo, persiguiendo apariciones. Fatalista indefenso. Individuo desapegado de formas y gustos colectivos, se mimetiza silencioso, inmóvil, ciego de imágenes en la mente, sordo a la algarabía de la gente. Desconfiado. Observa sigiloso, desinteresado del humano tránsito diario. No lo atrae la competencia, ni se afana en complacencias. Jamás respeta hábitos, satisfecho mira el caos con total indiferencia. Tampoco esta impuesto a metas, a proyectos no se aferra, a malvivir el presente se concreta. A veces el ánimo no le alcanza ni para lo ordinario, constata con fingida indolencia como las horas se agotan a diario. Los malos tiempos son un abismo donde mora con frecuencia. Su ser ha sabido de vicios y situaciones sin sentido. Ahora, un tanto abatido, intenta ser precavido. No atina a resolver si está en una búsqueda o anda extraviado; preguntándose si va rumbo a donde quiere estar, anhela encontrar respuestas y un camino. Aunque otros modos de vida desdeña, muy a su pesar, constantemente con ellos fantasea. Nadie vela su descanso, no hay quien por él aguarde, ni se preocupe de cuidarle. Ocho horas las vive inconsciente, en sueños confusos; otras cuatro procura estar distraído, oyendo chismes de gente superflua; sabe que el resto del día se va a sentir reducido, perdido en su triste rutina, aburrido. Apartado de los tumultos, tan solo como Dios Padre, pero más a gusto que el Diablo. Dirige la vista al suelo, es tan corta su altura; levanta los ojos al cielo, se da cuenta de la insignificancia de su estatura. En el filo de la dualidad mantiene precariamente el equilibrio. Aspira a dejar de ser absorta sombra.




¡¡¡LA VELA RIFA!!!