lunes, 28 de julio de 2014

Sueños inconclusos


De diez en diez,
se van los minutos
y en uno de esos instantes,
se han descubierto otros planetas,
pero no se inventan letras nuevas.
Dormí, media hora quizás,
imaginé un titulo (era un sol lánguido,
en la noche de mi ensoñación)
y varias palabras,
exacta cada una, sin orden juntas
(como cactus, velando estoicos,
en la árida de desesperación nocturna).
En mi visión de frases incoherentes,
me sentía insensible ante el texto volátil,
el olvido repercutía en cada respirar,
los placeres desfallecían inactivos.
Un dios atolondrado
evadía su encomienda y no creaba nada
deseaba capturar al sol y prolongar una hora,
andar más rápido que el tiempo,
ser luz para violar la penumbra.
Una cortina de lluvia               
me separaba del despertar,
su grito ahogaba mis suspiros,
mas no lograba desaparecer
el olor inolvidable de la niñez,
que he conservado hasta ahora
como mapa roto
de un laberinto inexistente.
Al abrir los ojos,
pude escuchar a las palabras
agonizando de silencio,
discutiendo como dioses y demonios,

el escenario del siguiente sueño.