jueves, 28 de julio de 2011

Pasa un momento, visible movimiento, tránsito lento, blanco amontonamiento, en el matizado firmamento.  Débil sol, un poco de azul, escala de grises arribando. Ruido, caos en el laberinto,
Titán al borde de un infarto, vagos recuerdos de su parto, no reconoce sus años, creció desproporcionado, entre naturales murallas, montañas enanas y dos guardianes nevados,
inamovibles durmientes, de entrañas ardientes, observan el hormiguero atestado. Ciudad no eres tan grande, pero en este punto de la historia, bien podrías ser Roma o la coordenada exacta del segundo advenimiento mesiánico; tal vez la parada obligada de un contingente intergaláctico. Sin embargo lo más práctico no tiene nada de mágico, tus días y noches son continuos absurdos, tragicómicos episodios, ríen con igual energía la felicidad y el odio, vida y muerte prostituyen a la suerte, intentando probar cual es más fuerte. Por tus venas corren el veneno y el antídoto, tráfico de gloria y desdicha, en pacíficos infiernos se fatigan tus internos, miserables semidioses, moribundos precoces, siguen una ruta en tu piel, entre méndigos y putas, van buscando evitar el final, solos en comunidad, llevan un tesoro de ceniza en sus alforjas, promesas muertas, recuerdos que sonríen desde el pasado y un futuro que tiene miedo de llegar. Ciudad, cambios inconcebibles sobre ti se ciernen, la revelación de todas las dudas, jamás podrían haberlo imaginado Asimov ni Verne, Nostradamus se guardó el secreto de tu destino, pero seguro que esta noche, otra vez, llueve. Ciudad, eres tan bella en tu deformidad, pedazos de todo el mundo conforman tu unidad, el mejor lugar para vivir, trabajar y pernoctar, por unanimidad, a pesar de que albergas desigualdad, quizás eso te hace única, estar perdida pero bien ubicada, ser detestada y deseada, esperanza pública. Ciudad, universo a escala, personalidad indefinida, eterna obra inconclusa, tugurio de fantasmas y musas, de tus pisos mugrosos abusan los ignorantes poderosos, inconformes con el rico y con el pobre, te hieren y cicatrizan tus calles, ¿correrías para salvarte, antes de que se hunda el valle? Ciudad de la raza de bronce, en medio del bullicio se escuchan viejas voces, nada ha muerto en ti, seno materno de luz y oscuridad, tradiciones resistentes, asombras a tus residentes, cada creencia, tendencia o locura que te habita, tiene asilo permanente.
Ciudad, un día harás llover de tu suelo hacia el cielo y pondrás gente en el sol.