martes, 24 de mayo de 2011

Después de vagar por retorcidas veredas, siguiendo el incierto rastro de otros seres extraviados, en los días más oscuros y solitarios de nuestras vidas, cuando considerábamos mandar al vacío lo que pensábamos era una mísera existencia. La lluvia de tristeza calaba la osamenta, que encorvada, cargaba desanimada carne casi muerta. Sangre sin calor, mente en blanco, ojos apagados, manos cansadas, pies arrastrando viejas penas. Dos sombras fundiéndose en la oscuridad, dos grises corazones transfundiéndose mutuamente un latido disminuido que poco a poco se fue reavivando. No importa si es aburrimiento, carencia o lo cotidiano, mirémoslo natural, como al estar caminando y toparse a un extraño, en quien nunca antes reparamos, caras desconocidas con proceder ignorado. Ilusión que va creciendo mientras pasan los años y en un momento impensado, encuentra depositario. Solos, en este espacio atestado de banales aspiraciones y falsas necesidades. Solos, mordiéndonos con deleite, conociéndonos lentamente, en cada centímetro del abismo que decidimos compartir. Desnúdame, exhíbanse impúdicamente mis entrañables pasiones. A corazón abierto, si te place, explora en la raíz de la medula. Profáname sin recelo, hurga, conoce lo mío como si fueras tú misma, detén con esa firme mirada cualquier indicio de irracional vergüenza. Concédeme todo lo tuyo, me abandonaré a ti, no concibo otra manera. Despójame de mi habitual torpeza, viola delicadamente esta débil resistencia que se entrega, moriré sin darme cuenta, anclado a tu cadera. Instrúyeme en tu amor, quiero vivir por instinto aunque sea unos segundos, estando en ti soy aprendiz, obseso, de tu virtud y belleza. Exterminemos nuestros temores, indecisión, frustraciones, revolviéndonos frenéticamente en un abrazo de saliva y sudores. Si habremos de ofrendarnos en orgiástico holocausto, seamos más que una grotesca e indecente masa amorfa y sucumbamos sin miedo.

Hazme llorar otra vez, canción de despedida.
Alégrame como nunca, canción de bienvenida.
Las dos al mismo tiempo escucharé,
para recordar la ambigüedad de la vida.
Canción de cuna, oración de las noches infantiles.
Canción de amor, poema de amores juveniles.
Canción de protesta, conciencia recién despierta.
Canción de fiesta, tranquilidad que nada afecta.
Cantaré quedito, velando tu sueño bendito.
Cantaré con alegría, por la noche y en el día.
Cantaré gritando, con la rabia que va despertando.
Cantaré en pareja, la ilusión que nunca se aleja.
Canciones de amores, en andanzas etílicas.
Canciones de dolores, en tristes funerales.
Versos cantados, idealizando visiones idílicas.
Versos cantados, recordando que somos mortales.
Al canto del silencio, sumo mi pensamiento.
Al canto de la vida, va mi alma unida.
El canto melancólico, me torna a lo bucólico.
El canto de esperanza, lo defiendo a ultranza.