miércoles, 5 de enero de 2011

Tengo en el lado oscuro de la luna, sombras que temen a la aparición del sol.
Mantengo los sentidos aturdidos, casi al borde del horror.
Sostengo sobre pies cansados, un cuerpo en penosa oscilación.
Arrastro vergüenzas adheridas a cada paso que doy.
Esperanzas heridas, sueños absurdos, gritos abortados, deseos sin voluntad impidiendo un proyecto que morirá de longevidad.
Poseo pedazos de tiempo perdido en la nostalgia que baja como neblina, ratas rabiosas royendo la memoria y risas embrutecidas por un vino rancio.
Siento un hambre insaciable todo el día, he visto mi opaca mirada reflejada en el brillo casi muerto de otros ojos, perros tristes peleando por despojos, noches en las que llora el cielo sin consuelo, llora, lleno de melancolía hasta el mediodía.
El recuerdo de un calor ofusca la razón; nombres, aromas, canciones, palabras incineradas, imágenes borrosas apareciendo de madrugada, todo cayendo sin remedio al silencioso vacío. Paseo solitario flanqueado por fantasmas que parecen dirigirse vivazmente a algún lugar, mundos de todas las edades, chocan y se hacinan procurando indiferencia, diestramente se esquivan, un día voy a seguirlos, me da curiosidad la mueca de alegría en sus caras.
En ocio desperdicio momentos preciosos, cuando sea llamado a cuentas, cabizbajo, fingiendo pena, sentiré la tibieza del placer bueno y del malsano también, evocaré las horas más lúcidas, los trinos primorosos y prístinos que me despertaban cada mañana, el descubrimiento del amor, los deleites constantes del paladar, la satisfacción de engañar; intentaré hacer poesía con todo eso, mientras caigo sin remedio al silencioso vacío.
Únicamente tengo pensamientos, como buitres ansiosos, lobos hambrientos, ¿quién puede detener las olas en una noche de tempestad y hacer que rompan, olvidadas, donde nadie las oiga?


El "Rockdrigo" lo dice mejor.