domingo, 22 de agosto de 2010

Detrás esas nubes plomizas, que braman amenazantes y lloran con furia, a pesar de la negación, brilla el sol. Hoy mi sombra tampoco se asomó. En este instante, no agradezco la eternidad porque es un fin interminable y la viviré sin ti; sobra mi presencia aún estando impar. Si la misma vida tiene fin, necio fui al pensar que a nuestro amor no le sucedería así. Ahora debo resignarme a tu ausencia en mi mañana. Este momento, para un futuro, temeroso lo esperaba, suceso desconocido por fin acaecido. Imposible anticiparlo. Atisbos de lo venidero, fugaces visiones, instaladas en el porvenir, se me presentaban sin aviso, breves y confusas, empero, el privilegio de poder descifrarlas no me pertenece, soy propietario de nada, pues sólo poseo el incierto sentido de sentirme vivo. Todo placer es pasajero, el sufrimiento gobierna y la tristeza se arraiga, como mala hierba, asfixiando el alma; desde ella emerge, marcándome con estigmas imborrables. Emito una débil voz, trémula, sollozos suplicantes, moribundo en orfandad; es la plegaria de un condenado en el estrato más bajo del infierno, cobayo del dolor. Busco afanosamente, a tientas, un asidero del cual aferrar mis caducas ilusiones, que perecerán incumplidas. Sombras, melancolía; infinita noche de tristeza hace brotar la sal de mis ojos sin luz. No habrá resurrección para mí si soy enterrado en el olvido; mis obras no ameritan redención, nadie reza ni suplica para mi alma la salvación.


Vi venir a la muerte, dando su alivio a los agonizantes, lo mismo a los justos y a los réprobos, cortando con igual esmero las almas lozanas y las ajadas; tendí mis manos para aferrarme de su oscuro manto, pasó de largo causándome estupor, buena o mala, pero esta es mi suerte.

Cubriendo va la noche el horizonte, por la senda larga y tortuosa comienzo la marcha; un poco de luz detrás, negrura en lontananza. Recuerdo haber pasado junto a una advertencia que no leí. Sin ocasión para volver sobre mis huellas, exánime arrastro cada paso, languideciendo ¿a mitad de la jornada?


Me encuentro una vez más en la encrucijada, a punto de tomar una decisión, sin certeza de que será la adecuada. Con la vista clara, después del llanto, tratando de no reincidir en los yerros, andaré otro tanto.