lunes, 9 de agosto de 2010

Se queda la mirada perdida,
el alma no halla consuelo,
inviertes horas insulsas,
implorando al cielo
te devuelva el denuedo
o te excluya de la vida.
Vives dentro de un mal sueño,
enfrentas débil al temor,
intentando paliar el daño,
claudicas ante el dolor.
Te rindes a la añoranza,
sientes menguar la fe,
agoniza toda promesa,
es cruel seguir de pie.
Las horas son una daga,
que hieren sin compasión,
lento ahondan la llaga,
matando toda emoción.
Negras fosas sin vitalidad,
extinguen en si toda luz,
el azar designa fatalidad,
sin reclamo llevas la cruz.
Letanía de lamentos,
arrinconado en la pena,
derruidos los adentros,
a soledad se condenan.
Oscuro futuro,
prendido a la esperanza,
incierto sentimiento,
preservarla a ultranza.
En caliginosa y sombría tarde,
sientes que tu espíritu aún arde.