viernes, 19 de agosto de 2011

Quisiera encontrar 
las palabras que perdí, 
los sueños interrumpidos, 
los rosarios con mi Abuela, 
la infancia como de bruma, 
cada día desaprovechado, 
la juventud malgastada, 
las noches que malviví. 
En horas de madrugada, 
que son pocas, 
pero muy largas, 
salgo al camino, 
atento por si habla, 
pero descansan 
también los caminos, 
de la ciudad solitaria. 
Vigilancia en las esquinas, 
voluntades apagadas, 
caras desanimadas, 
esperando al último, 
al que ya no se levanta. 
Todo sucede despacio, 
en horas de madrugada, 
el silencio arrulla al sueño, 
tampoco los perros ladran. 
En las horas más oscuras 
y hasta la nueva mañana, 
se perdió mi soledad, 
por la luna acompañada; 
vi fantasmas desaparecer, 
oí al bullicio acallarse, 
el sol despertó a la ciudad 
y no recuperé nada.