lunes, 3 de febrero de 2014

Dioses bastardos



No haré hombres con el barro,
tampoco lavaré mis manos.
No surcaré a pie ningún mar,
ni presumiré haber pisado otros planetas,
honestamente sé que tropiezo
intentando aprender a andar.
No cantaré ningún triunfo
hasta tener claro el final de mi historia.
No consentiré monstruos
a los que yo mismo les saque los ojos.
Cuando despose a una doncella,
no quedará sola con su sino,
ni diré que fue una santa
el día que me entere de su muerte.
Mis criaturas no tienen vida,
mi soplo no puede infundir alma,
mas mi imaginación es infinita.
Soy uno de esos dioses bastardos,
que hacen fila en el anonimato,
ambiguo luego del principio,
contradictorio y arrogante.
 Ignoro si me asemejo a un padre común,
veo a todos mis pares incompletos,
el amor, la libertad y la justicia
nos tienen en vilo y en tantos años 
nadie se ha adjudicado nuestra orfandad.
Espero ser eterno y estar consciente de ello
o por lo menos convertirme en algo
efímero pero frecuente, frágil y constante.
Quiero tener la risa del niño que nunca crece,
la fertilidad de la mujer que jamás se marchita,
la sabiduría del viejo que no teme a la muerte.
Cuando me sumerja en ese mar sin puntos cardinales,
en medio de todos los luceros,
que estarán esperando a ser encendidos,
oyendo todas las palabras que se dirán.
viendo al vacío preñado de milagros,

voy a pedir mi turno de ser el creador.

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