martes, 2 de agosto de 2011

Atrapado el sol en un ángulo de mi ventana.
Conservo el brillo de la luna en otro espacio del cristal.
El cielo lleno de grises nubes a punto de caer, imagen detenida también.
El mismo pedazo de firmamento, esta vez límpido, guardado en cuadro cristalino.
Gotas imperecederas de lluvia, pegadas al cuerpo transparente, hilos de vida en suspenso.
Una cara sonriente y sus pequeñas manos, se han quedado grabadas en el vidrio plano.
La marca de los labios que amo, en rojo intenso como el deseo, me besan cuando los veo.
Una escena de la calle vacía, perros durmiendo en los umbrales, la noche llegando; otra de la calle poblada de gente, actores de vida, bañados de luz.
Miro fijamente cada pequeño espacio y se revela el ayer.
Mosaico de días y noches, momentos capturados en la memoria, una existencia a través de la ventana, detrás de la misma vieja persiana.



“Me inclino a pensar…
pero es incómodo
pensar inclinado”


jueves, 28 de julio de 2011

Pasa un momento, visible movimiento, tránsito lento, blanco amontonamiento, en el matizado firmamento.  Débil sol, un poco de azul, escala de grises arribando. Ruido, caos en el laberinto,
Titán al borde de un infarto, vagos recuerdos de su parto, no reconoce sus años, creció desproporcionado, entre naturales murallas, montañas enanas y dos guardianes nevados,
inamovibles durmientes, de entrañas ardientes, observan el hormiguero atestado. Ciudad no eres tan grande, pero en este punto de la historia, bien podrías ser Roma o la coordenada exacta del segundo advenimiento mesiánico; tal vez la parada obligada de un contingente intergaláctico. Sin embargo lo más práctico no tiene nada de mágico, tus días y noches son continuos absurdos, tragicómicos episodios, ríen con igual energía la felicidad y el odio, vida y muerte prostituyen a la suerte, intentando probar cual es más fuerte. Por tus venas corren el veneno y el antídoto, tráfico de gloria y desdicha, en pacíficos infiernos se fatigan tus internos, miserables semidioses, moribundos precoces, siguen una ruta en tu piel, entre méndigos y putas, van buscando evitar el final, solos en comunidad, llevan un tesoro de ceniza en sus alforjas, promesas muertas, recuerdos que sonríen desde el pasado y un futuro que tiene miedo de llegar. Ciudad, cambios inconcebibles sobre ti se ciernen, la revelación de todas las dudas, jamás podrían haberlo imaginado Asimov ni Verne, Nostradamus se guardó el secreto de tu destino, pero seguro que esta noche, otra vez, llueve. Ciudad, eres tan bella en tu deformidad, pedazos de todo el mundo conforman tu unidad, el mejor lugar para vivir, trabajar y pernoctar, por unanimidad, a pesar de que albergas desigualdad, quizás eso te hace única, estar perdida pero bien ubicada, ser detestada y deseada, esperanza pública. Ciudad, universo a escala, personalidad indefinida, eterna obra inconclusa, tugurio de fantasmas y musas, de tus pisos mugrosos abusan los ignorantes poderosos, inconformes con el rico y con el pobre, te hieren y cicatrizan tus calles, ¿correrías para salvarte, antes de que se hunda el valle? Ciudad de la raza de bronce, en medio del bullicio se escuchan viejas voces, nada ha muerto en ti, seno materno de luz y oscuridad, tradiciones resistentes, asombras a tus residentes, cada creencia, tendencia o locura que te habita, tiene asilo permanente.
Ciudad, un día harás llover de tu suelo hacia el cielo y pondrás gente en el sol.

lunes, 25 de julio de 2011


Mañana tras mañana desde que llegó, llanto tempranero despierta al hogar.
El viejo patio siente las nuevas pisadas, llano de cemento, excelente terreno para hacer los primeros descubrimientos.
La esperanza crece, con ojos nublados, manos torpes y piernas débiles, pero con un cerebro despierto, bien abierto a la alegría y  al conocimiento. Es necesario intervenirlo, para ajustarle la mira, tal vez eso corrija su indeciso, pero risueño andar, sus intentos imprecisos de manipular. Lo que tenga arreglo, se remediará.
Con balbuceos y señas, hace al mundo girar en torno a él, pequeño tirano, grita y varios pares de manos solícitas lo atienden. Ni una palabra todavía, sólo su risa alegra las comidas, plato principal de la cotidiana reunión familiar, esperando oírlo hablar. Atención y mucha paciencia, alguna vez será la primera. Quizás algunos ángeles tardan más en olvidar las lecciones de vuelo y el divino silencio.
La familia es la mejor tierra, para practicar los pasos, ser escuchados y empezar el camino, aún con desventajas; estas pueden ser un buen impulso, aunque la inocencia se pierda en el transcurso, en todo caminito, nos acompañamos, cada mano tiene parte en la labor. Dormido en mi hombro, me da un poquito de paz.
En el mundo hay tanta indolencia, la infancia pasa tan aprisa; quisiera poder dibujarme fácilmente una sonrisa, en mi rostro de persona triste y con prisa.




miércoles, 20 de julio de 2011

Un malestar anímico,
afecta lo económico,
parece muy patético,
querer ser críptico,
me vuelve cínico,
soy mi peor crítico,
en suma es cómico,
pensar tan básico.
Nada nostálgico,
tampoco trágico.
Busco lo mágico,
en este plano físico,
le pongo ahínco,
aunque es ilógico.
Me siento único,
casi metafísico,
pienso si es típico,
desear lo utópico.
Ámbito hórrido,
nada tórrido,
muy insípido,
casi aburrido.
Estoy convencido,
que a lo vivido,
si no es sólido,
le toca olvido.


martes, 19 de julio de 2011

Legó el cartero (desde la semana pasada).
Recibí un sobre proveniente de Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina.
Enviado por mi buen amigo Daniel, propietario de http://homourbano.blogspot.com/
Dentro encontré una carta donde me cuenta un poco de su vida cotidiana y familiar.
Una postal propaganda de un club nocturno (antro).
Un folleto con información muy interesante, acerca del evento internacional "Buenos Aires Capital Mundial del Libro 2011". El cual además describe la importancia que tienen las bibliotecas en la vida diaria de los bonarenses, las acciones tomadas para fomentar la lectura y preservar otras tradiciones, en la bi-centenaria ciudad de los vientos benignos.

Dentro del sobre también venían:
Una pulsera para el tobillo jajaja (es que las tobilleras son -según yo- otra cosa diferente).


Un llavero, con la figura de la lengua de los Rolling Stones; que ahora está colgado en un muro, junto con otros pequeños recuerdos.


Un mapa de Mar del Plata. 
Donde tuve la fortuna de estar, en el 2003, con la delegación de deportistas mexicanos discapacitados, que participaron en los II Juegos Parapanamericanos; asistiendo a un competidor paralítico cerebral, quien ganó medalla de oro en su disciplina. En fin, buenos recuerdos. 
La cámara no me proporcionó nitidez en todas las tomas, disculpen.


Y el libro "El oro de los tigres", de Jorge Luis Borges. Colección de poemas y textos breves en prosa... reza el texto de la contraportada.
Ya termine de leerlo, me ha gustado mucho.


¡Muchas gracias Daniel! 
Hace años que no recibía una carta.
Me honras con tu amistad y valoro enormemente el afecto depositado en este sobre.
Un abrazo fuerte, cuídate mucho, luego nos leemos.

miércoles, 13 de julio de 2011



No son eras, milenios, siglos, décadas, lustros, años, meses, semanas, días, horas, minutos ni segundos, el tiempo no existe; nos movemos en la nada vital, que alberga en su infinitud, todos los movimientos, de toda materia. Se mueve, sin dirección, todo empujado por el impulso infinito. Un avance sobre el camino que se crea a cada paso, con repeticiones renovadas, coincidencias y novedosas situaciones. El origen, el centro, es un punto imposible de ubicar, imperecedero. Pero no va a favor o en contra de algo, simplemente está, sencillamente es. Energía esparcida en el universo, a distancias insalvables, de formas imposibles y mutables, puntos separados de una figura inexplicable, donde el pensamiento se expande y las voces mueren. Un lugar inmenso, albergando dos realidades, una visible y otra imaginable. En uno de esos puntos, ambas realidades se revuelven, contradiciéndose, queriendo mutuamente apoyarse, explicarse, cada una por su cuenta o al parejo, un misterio muy añejo. Prodigios que vienen de lejos, respuestas alejándose, encontrar indicios en el error, claves en sueños confusos, si alguna vez se logra encontrar ¿de qué servirá la verdad? Pero la búsqueda es una aventura, a veces grata y otras trágica. Sin medida.

domingo, 10 de julio de 2011

Niebla cubriendo las sombras. Esencias revoloteando al viento. Hoyos negros atravesando la oscuridad. Fuego obstinado por regresar al sol. Lluvia cayendo al mar. Savia sembrándose en sus propias raíces. Sueños sin voz. Música acallada por estruendo. Silencio tapando la boca al silencio. Cuenta regresiva, avanzando en los días. Impulso con ritmo imperceptible, latido infinito. Origen fuera de registro. Principio inmune al fin. Magia libre de razón. Razonamiento sin fronteras. Polvo de la nada, al polvo vivo. Intrusos bastardos, perdidos en la tierra prometida. Ladrones que acechan el secreto, lo vislumbran y después de la sorpresa, caen boca arriba, dejando inconclusa toda empresa. Los acontecimientos se antojan lentos, el futuro es raudo; ayer, actualidad y porvenir, encadenados, son producto engendrador del tiempo. El yo, inmerso en el nosotros, insuficiente para si mismo, del cero a la conciencia, domando la forma, alimentándose de viejas ciencias y pruebas modernas; perseguir la necesidad ilusoria de trascender, liderar, construir algo donde repose su existencia, ser encontrado luego de la muerte. Lo más provechoso es respirar y soñar, flotar sobre las horas, haciendo lo necesario.Pasar incontables veces por el mismo lugar, sin darse cuenta. Tampoco saber con certeza, si es de regreso; en un círculo, el único referente es el centro. Ha sido cortado en infinitesimales segmentos, insignificantes momentos, insignes eventos, todo revuelto volviéndose un desconcierto. 

martes, 5 de julio de 2011

Comas y comillas.
Punto con asunto.
Paréntesis,
diéresis y
aféresis.
Es el abecedario,
aliado solidario.
Hacer homenaje
al lenguaje.
Abracadabra
y surge la palabra.
Palabra palpitante,
verbo sangrante,
voz viviente.
Desde el manuscrito,
estalla un grito.
Entre laberintos de letras,
la idea se perpetra.
Pensar es instantáneo,
remedio sucedáneo,
recurso espontáneo.
Imaginación,
infinita satisfacción.
Realidad,
mundana enfermedad.
En un parpadeo,
ambas veo.
Leer y escribir,
para el alma,
como es al cuerpo,
comer y dormir.

domingo, 3 de julio de 2011

Algún día, la muerte me va a matar.
Es algo que yo sé, pero para ella eso es un hecho.
El escritor tiene, siempre, la última palabra; la muerte escribe a diario mensajes de despedida.
Sus dedos largos, recorren las páginas del libro de la vida, conoce todas las historias, desde las más sencillas, hasta las increíblemente complicadas, cuando le place, toma su pluma de tinta invisible, irrumpe en cualquier texto, breve o extenso y anota el fin.
Aunque tiene licencia para suprimir, a veces falla, pero nunca busca venganza, sencillamente afina la puntería y desde su trono inamovible lanza un certero instante, asestando el punto final.
Me inspira a escribir, la muerte, como si los textos fueran contra ella, un repelente.
Imagino a la muerte, sentada en un túmulo de huesos, un torbellino de soles detrás, alumbrándole, ante ella el tomo número desconocido de los anales del universo, hojeando con paciencia infinita, despojada de cualquier animadversión, sus fríos dedos acariciando el papel, sus cuencas vacías proyectando una sombra lúgubre sobre los nombres de la lista, a  veces los tacha de a uno por momento, otras arranca hojas completas, terrible mortandad; pasando revista sin juzgar, es dueña del azar.
Encima de letras y palabras, que quieren florecer, la muerte abre paréntesis, interrumpe frases con puntos suspensivos, finalizando con puras interrogantes.


¡¡Bailemos!!

jueves, 30 de junio de 2011


Una casita en el camposanto, a ras de tierra. Desnudo como el viento. Ligero, sin sentimientos ni deseos. La cabeza en los pies. Empezando por el final. Correr, olvidando que hay oportunidades imposibles de esquivar. Un lugar para siempre. Lluvia, lágrimas, lodo, en eso acaba todo; sol, polvo frío, en un camino a ratos vacío, a ratos poblado de rezos y lamentos que rondan el desvarío. Ojos cerrados para no ver la oscuridad. Novenario y el dolor aminora. Una imagen de juventud perenne. Invisible cristal de la eternidad separando multitudes. Cruces sobre el terreno enjuto. Palabras mudas sobre el ejército de cruces, nombres apagados, paréntesis en el infinito. Una cajita para los huesos y la prisa; la indecisión se acabó. Se va regando entre pasos lentos la ceniza, sube a las manos, llega a la vista cansada y perdida. Punto y aparte, sigue la vida. Amén, Arturo, amén.  

jueves, 16 de junio de 2011


-¡No tienes ningún derecho a tratarme así!
-¡Vuelve a contestarme en ese tono y vas a terminar otra vez con tu cabeza sangrante dentro del escusado!

Flor ya está harta de aguantar los abusos del Pherro, un padrote venido a menos, pero con la labia y los contactos suficientes para seguir proveyéndose de la mejor droga del barrio. Además, a pesar de todo, lo amaba.

-De verdad esta noche no tengo ganas de pelear, se buena y dame placer oral, te prometo no tocarte, al final ya sabes que obtendrás una buena dosis, veo que andas muy alterada ¿hace cuantas horas no te has drogado?

Flor se da cuenta de la intención del gañan, casi está seguro de que ella no resistirá a ese ofrecimiento y como muchas otras ocasiones accederá a sus deseos, por más denigrantes que estos sean. Su precaria voluntad se debilita, como rama seca ante la fuerza inevitable de la gravedad, sin embargo la simiente que habita en su espíritu, hace renacer a una Flor hastiada de vivir en el fango.
El brillo inusual en los ojos de la esbelta mujer, hace suponer al Pherro que nuevamente la tendrá de rodillas ante él, suplicando por sexo y más droga, a pesar de la vileza empleada para satisfacer su enfermo instinto.

-Gracias mi amor, pero quiero mantenerme sobria por un par de días.
-¡Estás loca! Seguramente puedes vivir sin mí, pero la droga ya es tu aire.
-Como siempre te equivocas, a pesar de tu comportamiento de bestia, eres el hombre al que amo, si estoy contigo no es por la droga. ¿Qué te parece si esta noche no nos idiotizamos y simplemente hacemos el amor?
-Tú eres una prostituta, no haces el amor, solamente fornicas. De verdad me sorprendes, aún en esta inmundicia crees ver algo bueno en mí.

Mientras habla, el Pherro se dirige hacia la puerta.

-Me voy Flor, allá afuera encontraré a más de una dispuesta a complacerme a cambio de una pequeña dosis.

La puerta se cierra tras de él y Flor se queda sola, oyendo alejarse los pasos del maleante, tal como lo indica el infame sobrenombre por el que es conocida en las calles: La Malquerida, con sus nobles sentimientos despreciados. Gira para dirigirse a otra habitación y se encuentra de frente su reflejo, en un gran espejo que domina la estancia; se observa con detenimiento, los tiempos duros y la rudeza de su oficio no han hecho mella en su belleza silvestre, pero de su mirada ha escapado el fulgor, dos abismos de profunda tristeza adornan patéticamente una máscara rígida de indiferencia. Lágrimas se agolpan, siente la boca seca y una frustración inmensa invade su ser, desbordada de impotencia toma una silla y la arroja contra el cruel juez que la muestra tal cual es.
Se tira al suelo y llora como no lo hacía desde hace muchos años, antes de equivocar su camino, antes de perderse en muchos sentidos; se desahoga con el llanto y sin darse cuenta va quedándose dormida.

El ruido del espejo cayendo en pedazos impidió a Flor escuchar al Pherro llamándola mientras era cosido a puñaladas por tres de sus rivales. En cuanto salió del viejo edificio, fue abordado por unos hombres que esa noche habían decidido cobrarle todas las viejas deudas.
Dark Angel, un virtuoso guitarrista, ahora sumido en severa adicción a la cocaína, varias veces estafado por el inescrupuloso padrote.
Dr. Gonzo, el soplón predilecto de la división anti-narcóticos de la zona centro, cuando era necesario saber algo o localizar a alguien en los barrios bajos de la ciudad, Dr. Gonzo siempre tenía la información precisa, pero muchas veces el Pherro le había ganado la primicia y lo dejaba mal parado ante los corruptos policías.
Destroyer, un golpeador profesional, siempre al servicio del mejor postor, ya fuera para deshacer huelgas o protestas de estudiantes, era el brazo ejecutor del anacrónico gobierno de la ciudad, que no dudaba en hacer uso de los servicios de este rufián cuando algún grupo de ciudadanos inconformes se salía de control. Dark Angel y Dr. Gonzo lo convencieron de ayudarlos en el crimen, poniéndole delante una buena suma de dinero, lo cual era solamente otro aliciente para él, ya que odiaba al Pherro, porque en varias ocasiones había evitado que se fuera sin pagarle a alguna de sus chicas.
Esta increíble sociedad entre estos tres malvivientes, consiguió el objetivo de eliminar al Pherro, quien murió pronunciando con sincero arrepentimiento, una bella palabra: Flor.

Dentro del descuidado departamento, todavía acostada en el suelo, Flor empieza a despertarse, sola y envuelta por la oscuridad. Apenas abre los ojos, observa una silueta que se le acerca, aprovechando la poca luz del frio cuarto. Repentinamente un leve peso se posa sobre ella, maniatándola; en un inusitado tono, casi melodioso, la presencia furtiva susurra su nombre, es como una oración suplicante. Un aliento suave y tibio le recorre el rostro muy despacio, siente en los labios un sabor dulce que la hace perder la ansiedad; instintivamente se pone en pie y comienza a quitarse la ropa, percibe al espectro dando vueltas a su alrededor, como admirando su espigado y curvilíneo cuerpo que va siendo cubierto totalmente por una humedad acogedora que la estruja delicadamente. Vuelve a recostarse, como si el ser incorpóreo se lo pidiera. La presión va repartiéndose en varios puntos sensibles, haciéndola experimentar múltiples sensaciones, al mismo tiempo trazos calientes recorren su piel de pies a cabeza; en un momento dado, piensa si es ella misma proporcionándose el placer, pero cuando intenta tocarse, su amante invisible lo impide, manteniéndola inmóvil mientras la lleva a descubrir increíbles reacciones sensoriales, en la frontera de la realidad y el inconsciente. Al cabo de tantas caricias, el fantasma redobla sus esfuerzos en la zona púbica, con movimientos suaves pero muy intensos, logra hacer hervir el mar interno, que dormía en una vida rutinaria, a la espera de un enamorado tierno y diestro. La explosión de gozo inconmensurable se repite varias veces, Flor en el éxtasis emite gemidos y hondos suspiros libremente, pues se sabe observada únicamente por un compañero tan discreto como eficiente. Su cuerpo en tensión advierte el abandono repentino del espíritu apasionado; todavía sin control, disfruta la reacción en cadena que surca su ser entero, notando como aminora muy lentamente. Un último toque se posa con vehemencia en su boca, postrer beso de su gran amor, ella lo sabe, el primero de su nueva vida.

sábado, 11 de junio de 2011

-¡A partir de este momento tienes media hora, nada más, para convencerme de no jalar el gatillo!


Y no me vayas a salir con que tienes hijos, quieres verlos crecer. Ayer regañaste fuertemente a uno de ellos por una travesura sin consecuencias y no supiste como reconciliarte con él; ni modo. Tal parece que ese es tu estilo: dejarte llevar por el enojo y después no encontrar una manera de hacer sentir bien a las personas al darte cuenta de tus excesos. Se te acaban las palabras cuando se trata de aceptar tus errores.
Y si esta mañana no te despediste de tu esposa por tu estúpido orgullo, pues anoche puso en entredicho tu capacidad para arreglar los problemas en el negocio, te aguantas, ya no volverás a hacer ninguna de las dos cosas: enojarte con ella porque te cuestiona y dejar de hablarle mientras te sientes agraviado.
Míralo por el lado bueno –toda situación lo tiene, pero tú eres tan corto de miras- por fin te quitarás de encima al gestor aquel tan hostigoso, además la empresa a la que representa, considera saldadas las deudas cuando muere el titular del contrato.
Te estoy ofreciendo la solución a gran parte de tus problemas, no más diferencias con Angela, no más reproches de tus hijos, ellos podrán tener todas las cosas que desean y tú bien sabes, ahora no estás en posibilidad de dárselas.
Pero si no dejas de llorar será difícil que sopeses lo positivo de esta situación y sus beneficios a largo plazo.
Se termina el tiempo y el silencio me habla de tu incompetencia para darme una buena razón capaz de hacerme considerar no quitarte la vida.
Tu dinero no me importa, ni tienes nada que sea valioso para mí, si poseías algo digno de robarte, lo fuiste perdiendo con los años. Mírate, por lo menos abre los ojos y ve la fría boca que te escupirá muerte en caliente.
¡Ah, este momento es inspirador! Tengo tu vida en un puño, a ti te falta el valor para empujarme y correr buscando salvación. Es muy triste ver tu lastimosa condición, pero esta ocasión no tendré conmiseración; piénsalo, es lo mejor para todos.
Puedes hacer de estos minutos, la media hora más larga de tu vida o simplemente pídemelo y acabo de una buena vez con tus dudas y remordimientos.
¡Di algo en tu defensa!, hazme una promesa, proponme un trato, intenta mentir de manera convincente, no puedo creer que te hayas quedado sin recursos y aceptes dejar pasar una bala destrozando tu cerebro.
No es fácil, lo sé, tampoco para mí. Me tiembla la mano, hasta quisiera arrepentirme de lo que voy a hacer antes de hacerlo, pero si te dejo seguir con tu vida, nada va a cambiar. Me imagino que estás terminando tu examen de conciencia, seguro no hayas ni una sola cosa, suficientemente sólida, para aferrarte y levantarte. ¿Dónde te perdiste?
En fin.
Se te acabó el camino, enfrente está el precipicio y tú no sabes volar, así que simplemente déjate caer. Si te sirve de consuelo, déjame decirte sinceramente que tuviste momentos muy buenos, pero hasta aquí llegaste.
Shhh, ya no sirve de nada que hables, no voy a darte otra oportunidad… clanc… bang…

“Sr. Juez, no se culpe a nadie de mi muerte”

jueves, 9 de junio de 2011

Me observas desde tu silencio, sin embargo estoy segura de que ignoras mi presencia. ¡Rómpelo y dime algo, por favor! Aquí estoy yo, mirándote desde el mío sin poder ayudarte en tu lucha. Sé que me escuchas, pero aún no entiendes mis palabras cargadas de impotencia y desesperación. Poco puedo hacer para aliviarte. Te arrancaron de mis brazos, sólo pude tenerte cerca un brevísimo instante y me sigues doliendo. Indudablemente me dolerás siempre, mas nunca como en estos momentos que no puedo tocarte ni compartirte la vida. La vida que se me iba en el trabajo de darte la tuya; nos separaron con urgencia y estas horas transcurriendo con lentitud despiadada, parecen decirme que la separación será definitiva. Tu piel tornándose ceniza, se enfría. Muy corta despedida después de tan larga espera, no me siento preparada para una pérdida al cabo de la esperanza y el doloroso gozo de verte nacer. Imposible crearte una burbuja acá afuera para que sobrevivas, tampoco puedo sacarte el veneno que pasea por tu cuerpo, la fragilidad de tu edad es enemiga y la inconsciencia de una mujer adicta será tu homicida. Perdóname pedacito de mi alma, no puedo llorar, estoy seca por dentro, me vacié en el esfuerzo de darte a luz, pero no sirvió de nada, te di a las sombras que te privan de una real oportunidad. La espada de mis errores pende sobre tu cabeza, a cada segundo tu ritmo se hace más lento, me quedaré irremediablemente sola, condenándome el resto de mi existencia por tu sufrimiento. ¡Hijo mío, es como si jamás te hubiera tenido! Hijo de la vagabunda, la que iba a darte por hogar las calles de esta miserable ciudad, por techo sol inclemente y noches tormentosas. Me piden que te ponga un nombre ¿cuál es el adecuado para un recién nacido, muerto? ¿Qué palabra podrá conciliarme conmigo misma? ¿Cómo debo llamarte para perdonarme y poder darte una digna despedida? Amor. El que de mi no tuviste, atragantado en mi ser, sin habértelo dado. Adiós Amor.

domingo, 5 de junio de 2011

Quisiera irme en una tarde apacible, después de haberme alejado lo suficiente para ser olvidado por los que me conocieron y sintieron un aprecio por mí. Luego de una ausencia prolongada, cuando nuestros caminos se hallen tan distantes que las caras y las acciones sean un recuerdo impreciso. Deshacerme del apego, despojarme de deseos, encarar a la noche con el miedo palpitándome en todo el cuerpo, pero no retroceder ni lamentar nada. Aceptar que sencillamente todo acaba en la vida intermitente, en la eternidad suspendida. Sin embargo, aunque viejo, conservo la idea de escapármele al tiempo, negarle mis huesos, seguir mirándome, sin tristeza, en transparente cristal de soledad, cada vez más cerca de rendirme, abreviando el final, pues ahora cada paso es un pesado trabajo, un nostálgico adiós a cada cosa. Renuncié poco a poco a las palabras, para ir habituándome al silencio; risa y llanto los tuve muchos momentos en que fueron precisados; amor y odio, llenaron mi cabeza, calentaron mi sangre, me impulsaron a cruzar rutas que consideraba ajenas; errores y aciertos, disputaron mi balanza, pero ¿quién soy yo para juzgarme? si la falsa culpa puede absolverme o la excesiva indiferencia me lleva a condenarme.
Espero se me conceda mi último deseo, pues no quiero yacer bajo la tierra fría. Quiero sentir al vacío traspasándome, caer al abismo dando un grito, la boca bien abierta para tragarme la oscuridad mientras me engulle, sentir al gélido silencio arrancarme cada átomo todavía ardiente, percibir como se va dispersando la materia de la mente, hasta el instante final de la conciencia.

martes, 31 de mayo de 2011

El lago descansa en silencio breves horas.
Conversa calladamente con la luna que en su espejo se admira vanidosa. La perla del firmamento se pasea con paciencia a lo largo del acuoso volumen, argentando el transcurso de una noche que parece detenida; la doncella de plata no se cansa de prolongar su estadía en este turno, se duplica soñándose eterna sobre la mansedumbre del venero, hasta el momento en que la claridad domina todo el espacio y ella resignada se retira.
El lago despierta poco a poco con las caricias del viento, al toque del sol su piel se entibia y sube al techo invisible, donde la esencia incorpórea de otras masas se condensa, a la espera de cumplir un ciclo casi infalible.
Ráfagas intermitentes de aire desdibujan la quietud en la superficie del lago. Durante la mañana algunas nubes navegan despacio en el reflejo de la límpida cara cristalina. Elementos inamovibles del entorno, duplican su titánica belleza en el ojo que mira siempre al cielo; al cielo que siempre se mira en el lago.
La tarde se aproxima, los vientos se aceleran, toda la fauna que habita el lugar busca a prisa refugio, pues la naturaleza y sus presagios misteriosos conjuran una tormenta. Llegan nubes negras de muchas partes, oscureciendo todo, dejando ciego al lago, vaciándose primero suavemente, luego cayendo como pesada gris cortina sobre el lago que se agita, se levanta, parece defenderse en una colosal reyerta.
Brama colérico bajo la despiadada tempestad, crece amenazante su, de por si, robusto cuerpo.
Parece tener sed y no se conforma, ruge pidiéndole a las nubes más pelea; ellas se desploman con violencia, después de cada trueno. El agua sube y baja; el lago se levanta tan alto como para arrancarle las nubes al cielo, la furia de ambos se revuelve, aparentando no tener fin. El viento veleidoso, que azuzaba a los dos, sin aviso, exhausto, inicia la retirada, al cielo no le queda nada más que arrojar, el lago reclama receso.
Aunque nadie lo notó, las horas se fueron como agua. De nuevo la sorda oscuridad envuelve el lugar con su manto de quietud.

domingo, 29 de mayo de 2011

Algo sencillo,
hacerme ovillo,
en sábana blanca,
de faz tan parca.
Recorro despacio,
todo tu espacio.
En silencio te leo,
aunque no te veo.
Piel alba desnuda,
genera mi duda.
Una invitación,
de la imaginación.
Visiones atrapar,
hacerlas conjugar.
Empezando de cero,
me siento certero,
si veo que prospero.
Conforme avanzo,
la meta alcanzo,
es un remanso.
Relación filial,
llega a su final.

martes, 24 de mayo de 2011

Después de vagar por retorcidas veredas, siguiendo el incierto rastro de otros seres extraviados, en los días más oscuros y solitarios de nuestras vidas, cuando considerábamos mandar al vacío lo que pensábamos era una mísera existencia. La lluvia de tristeza calaba la osamenta, que encorvada, cargaba desanimada carne casi muerta. Sangre sin calor, mente en blanco, ojos apagados, manos cansadas, pies arrastrando viejas penas. Dos sombras fundiéndose en la oscuridad, dos grises corazones transfundiéndose mutuamente un latido disminuido que poco a poco se fue reavivando. No importa si es aburrimiento, carencia o lo cotidiano, mirémoslo natural, como al estar caminando y toparse a un extraño, en quien nunca antes reparamos, caras desconocidas con proceder ignorado. Ilusión que va creciendo mientras pasan los años y en un momento impensado, encuentra depositario. Solos, en este espacio atestado de banales aspiraciones y falsas necesidades. Solos, mordiéndonos con deleite, conociéndonos lentamente, en cada centímetro del abismo que decidimos compartir. Desnúdame, exhíbanse impúdicamente mis entrañables pasiones. A corazón abierto, si te place, explora en la raíz de la medula. Profáname sin recelo, hurga, conoce lo mío como si fueras tú misma, detén con esa firme mirada cualquier indicio de irracional vergüenza. Concédeme todo lo tuyo, me abandonaré a ti, no concibo otra manera. Despójame de mi habitual torpeza, viola delicadamente esta débil resistencia que se entrega, moriré sin darme cuenta, anclado a tu cadera. Instrúyeme en tu amor, quiero vivir por instinto aunque sea unos segundos, estando en ti soy aprendiz, obseso, de tu virtud y belleza. Exterminemos nuestros temores, indecisión, frustraciones, revolviéndonos frenéticamente en un abrazo de saliva y sudores. Si habremos de ofrendarnos en orgiástico holocausto, seamos más que una grotesca e indecente masa amorfa y sucumbamos sin miedo.

Hazme llorar otra vez, canción de despedida.
Alégrame como nunca, canción de bienvenida.
Las dos al mismo tiempo escucharé,
para recordar la ambigüedad de la vida.
Canción de cuna, oración de las noches infantiles.
Canción de amor, poema de amores juveniles.
Canción de protesta, conciencia recién despierta.
Canción de fiesta, tranquilidad que nada afecta.
Cantaré quedito, velando tu sueño bendito.
Cantaré con alegría, por la noche y en el día.
Cantaré gritando, con la rabia que va despertando.
Cantaré en pareja, la ilusión que nunca se aleja.
Canciones de amores, en andanzas etílicas.
Canciones de dolores, en tristes funerales.
Versos cantados, idealizando visiones idílicas.
Versos cantados, recordando que somos mortales.
Al canto del silencio, sumo mi pensamiento.
Al canto de la vida, va mi alma unida.
El canto melancólico, me torna a lo bucólico.
El canto de esperanza, lo defiendo a ultranza.

domingo, 15 de mayo de 2011

Camino, no caigo; cuando caigo vuelo, aunque el vuelo no me despegue del suelo.
Tratando de escribir a la velocidad del pensamiento, sin consentimientos, afanándome en crear ecuaciones lingüísticas, que no trabalenguas matemáticos.
Constriñendo el universo mental a un confín especifico. Persigo a la idea en el vacío, la quietud me distrae, me embelesa, absorbe mi atención y duermo. La idea regresa en un sueño, con imágenes y palabras intenta decirme algo, no es sólo una representación de mis deseos. Regreso sin ese algo entre mis manos, la idea toma forma de la nada, pero es un cristal que no regala reflejos, un truco desprovisto de misterio, una oración conocida, desde tiempos remotos repetida.
Obstinado en colorear lo que es negro, divago calculando las dimensiones del cielo, nubes errantes borran mis pautas, el crepúsculo desdibuja los trazos de mis fantasías.
Vago en la penumbra que ruge perezosa, mansamente comienza a regar sobre el sopor vespertino de la Ciudad, con lentitud forma espejos polvosos en el asfalto que dejan escapar trasnochadores fantasmas temerarios, ánimas citadinas entrelazándose con la luz que danza en los espejos.
El cielo ha tomado el color de la noche, tras cada rugido alumbra intermitentemente el espacio habitado por los fantasmas errantes que brincan de un charco para sumergirse en otro; en tanto la llovizna comienza a menguar, las ánimas se alejan, el asfalto absorbe los espejos dejando sólo el polvo; las nubes montadas a lomos del viento se llevan a otros lugares el ruido y la luz, dejando a la Ciudad húmeda y sola, cerca de la alborada la atmósfera empieza a calentarse, los fantasmas se desvanecen entre la claridad y el calor.
Un ánima viajó en el asiento trasero del Taxi, tocaba constantemente mi hombro para mantenerme despierto, abordó sin avisarme, mantuve los vidrios cerrados para que no saliera, su silencio logró hastiarme, pero necesitaba compañía durante el viaje, hasta que decidí invitarle un trago de liquido helado, bajé a comprarlo, pero al regresar al auto se había largado.
Recorrí por varias horas las calles vacías, como un insecto causando escozor en la piel de la Ciudad, luciérnaga desorientada con un zumbido monótono, observando asombrado moverse a las sombras en zonas sombrías.
Y cuando la mañana me sorprende bebiendo la fría alma del hielo, me empeño en seguir despierto, buscando una mano que me indique otra improvisada ruta, en este atestado desierto.

lunes, 9 de mayo de 2011

Cuando todo parece marchar sobre ruedas, en medio del tumulto naciente, sordo y sórdido, cuando la silenciosa soledad del amanecer es la más fiel y placentera compañera, surge súbitamente un inconveniente, verdaderamente detestable, desestabilizando la débil alegría, nublando el primitivo entendimiento, estalla ruidosamente hasta vaciar esos aires de débil arrogancia.
Pero el instinto no sabe de límites, puede seguir al sol si necesita luz o encuentra un camino cuando debe seguir andando.
Se va la noche, lentamente, a dormir al otro lado del mundo, la claridad a cada segundo le va ganando terreno, bien sabido es que el giro no se detiene.
Dentro del enorme giro inicio la media vuelta, sonriendo y entusiasmado, a ratos también maldigo, pero me animo aunque cueste trabajo, aligera la carga pensar que de regreso será cuesta abajo. Voy conociendo el camino, luego lo olvido confundido por el ruido en el circuito ininterrumpido, motores, ladridos, gritos perdidos nutriendo el sonido.
Pero no todos los giros menores comienzan temprano; en la espero dormito pensando que todo es en vano. Mientras tanto el vigilante es hostil con el visitante desafortunado que pisa su cubil.
Después de varias vueltas, la rotación reintegra a la acción al engrane viejo y desdentado, el menos buscado; vuelve urgido al punto de partida.
Pocas ganas y menos tiempo le restan, para revolverse entre lo que queda.
Luego de varios pequeños ciclos fallidos, la suerte le muestra, otra vez, la misma cara de la moneda.

jueves, 5 de mayo de 2011

La muerte siempre está presente.
A veces sesgando silenciosa las voces y los llantos, las risas y las plegarias.
A veces sin piedad aplasta pequeñas e indefensas vidas.
A veces, bramando vuela sobre desprevenidos y mansos seres que la sienten estallar dentro del pecho.

Un niño abraza un cuerpo sin vida, era su compañero de juegos, se deslizaban temerarios sobre las vías, con la voz maternal en la conciencia repitiendo los consejos; se apoderaban todas las tardes de un pedacito del mundo, confiados y alegres, exprimiendo cada instante previo al anochecer, creciendo, compartiendo experiencias y secretos, abrazando similares ilusiones, alentándose mutuamente, con sincero y fraternal cuidado.
Un niño solloza al recordar la escena:

la muerte al volante de pesadas ruedas se acercaba rápidamente, despreciando el código de colores, arrolló sin miramientos el pequeño cuerpo de un niño de trece años, el pequeño cuerpo exánime y roto vuela unos segundos, cae rodando sobre el pavimento, la muerte estrecha en sus invisibles brazos la vida de un inocente. Un niño aterrado no atina a hacer algo, cuando ve al conductor de la muerte escapar, se siente abandonado, se fueron los juegos, las risas, las horas largas paseando en bicicleta, vive en ese momento la noche más triste de su corta vida, su cómplice y mejor amigo ya no se levanta, la oscuridad y la indefensión parecen engullirlo a él también.
Nunca y siempre van de la mano.

Un hombre mayor se dispone a descansar, atiende sin prisa una llamada que interrumpe su ritual nocturno, del otro lado del auricular uno de sus hijos le avisa que no llegará a casa, le pregunta cómo se siente, el hombre responde que todo está bien, tranquiliza a su vástago y se desean buenas noches. Después de colgar se acomoda en su sillón, mullido trono de sus noches solitarias, sorbe con delicia un café tibio, enciende el último cigarro del día, cambia los canales del televisor tan viejo como él, compañero de la viudez, de la ausencia familiar; pero todo está bien, las costumbres se arraigan, los hijos salen de la casa paternal a fundar sus hogares, hablan un rato con Papá todas las noches, están relativamente cerca, por si algo llegara a pasar.
El hombre mayor no se dio cuenta que una compañera silenciosa entro en sus aposentos, lo observa sin urgencia terminar el café y apagar la colilla del cigarro, el cansancio insoportable de años cierra los ojos del hombre, el viejo televisor permanece encendido, su cuerpo lánguido a merced de su destino. La muerte mete mano en su pecho, coge el corazón del hombre y lo aprieta hasta detenerlo, sin violencia ni dolor, dentro de un sueño termina con más de setenta años de existencia.

No hay continuación, no hay moraleja, la muerte siempre está al acecho, la muerte nos aleja; corre, vuela, degolla o dispara, no le importa la manera, finalmente se impone, a veces instantánea, otras después de largas esperas.

jueves, 28 de abril de 2011

No sé a dónde se me escapan las palabras.
Quiero recuperarlas, recordarlas, tener una idea y alimentarla de palabras, vestirla de palabras, hacerla crecer con palabras.
Se van al compás del tiempo, hacia el olvido absoluto, silentes en la oscuridad de mi desesperación.
Caminaron despacio en esas horas en las que me encontraba imbuido en la duda, me veían de reojo cuando desalojaban mi memoria.
Vienen otras, no entran, pasan, procuro asirlas, unirlas, crear empatía entre ellas y la idea.
La idea latente, desnuda, hambrienta, en el seno infinito de la inspiración.
La inspiración se vierte imparable en el vacío ilimitado de la imaginación.
La imaginación multiforme, atemporal, llena de imágenes, sonidos y palabras el espacio insondable de la memoria.
La memoria que por si sola retiene y conserva sucesos, detalles, de la misma manera que en ocasiones omite lo obvio.
Una marejada de palabras me encuentra desprevenido, desprovisto de los utensilios para pescarlas; una red blanca y una caña de hilo negro debo tener a la mano, me digo, viendo el desierto que forman cuando se marchan.
En el comienzo del intento, veo la chispa que alumbra el camino por donde me encontraré con las palabras.
En la invisible prisión del pensamiento me siento en libertad de usarlas.
Nutren mi mente con su simiente etérea, las ocasiones en que me hablan las palabras.

domingo, 24 de abril de 2011

Naci ayer.
No tengo deudas ni promesas que alguien pueda reclamarme.
Ni siquiera planes, estoy a punto de dar el primer paso, eligiendo sin premuras algún camino.
Todo es nuevo para mí, la bondad y la maldad aún me son insípidas.
Mi pasado está en blanco, el presente inédito hasta que comience a moverme.
Sin pecados en la cuenta ni penitencias pendientes.
No estoy de fuga, nadie me busca, nadie me espera, todo lo que encuentre y a quien conozca, serán para mí un gran descubrimiento.
Voy confiado, pocas precauciones, ninguna preocupación.
Ningún recuerdo guardo todavía, no hay penas ni alegrías, comienza la suma de los días.
Mentira.

La manzana está mordida,
la evasión ya fue obstruida,
la causa parece perdida,
la negación será excluida,
la realidad me invalida,
la razón se halla dividida.
Un altar
para expiar;
una cruz
ofrece luz,
al corazón,
que anda
sin manda,
en barzón.

sábado, 23 de abril de 2011

VI

Eras la sombra más vivaz de esa noche.
Debajo del vestido negro tu piel lozana se sentía cautiva, aguardando unas manos libertinas para volverse juntas fugitivas.
Bella silueta con garras y sonrisa de niña.
Mientras mordías mi anzuelo me clavabas un arpón.
Te seguí por calles tan oscuras como tus ojos, creciendo el deseo al ritmo voluptuoso de tus pasos, el vestido largo barriendo la arena de esas calles, refugio de empedernidos noctámbulos; caminábamos apresuradamente pues hicimos un contrato de tiempo que nos empujaba a un sórdido lugar, donde el humo mareaba, las paredes hablaban, algunos rostros eran hoscos, otros insatisfechos, los más indiferentes parecían verdaderamente perdidos, las complicidades pasajeras se terminan cuando cada quien toma su camino y salen en busca de la próxima aventura o de una dosis de olvido. La noche siempre terciando en la repetición de la historia.
Bajo la luz mortecina la belleza se escondió, el candor en tu rostro desapareció, tu vestido largo dejó su esplendor en las banquetas, pero al caer sin pudor de tu talle, pude ver tus firmes senos pequeños, tus macizas caderas de mulata, tus piernas largas, que me animaban a dar el salto al precipicio. Afuera seguían la música y las risas, adentro el tiempo tenía prisa; fingimos por unos minutos que compartíamos la soledad y el egoísmo, de un lado malsana curiosidad y por otra parte, quizás algo más que necesidad. Entre nosotros dos el silencio no quería decir nada, tus ojos cerrados tampoco hablaron y ya empezaba a verte como a un recuerdo. En el acantilado de tus piernas arremetieron mis olas, mi espuma se regó en tu arena, cuando tus ojos fueron, por un momento, eclipse lunar.
Pensaba si tu oficio te redimía y tal vez era yo el único pecador, entonces deje de pensar y también de sentir, mientras escuchaba venir de afuera el bullicio de la gente y la voz del mar. Apresuramos las últimas caricias y un beso sin compromiso, cuando puntual el tiempo golpeaba bruscamente a la puerta. Salimos del lugar, juntos tan distantes, otra pareja de desconocidos separándose; hay momentos en que simplemente uno está, sin pensar ni sentir, nada más continuar, volver a caminar sobre la arena, entre el océano y la gente. La noche esconde la belleza de la playa, como tu cuerpo bajo el vestido negro. Tenía papeles para comprar más tiempo, pero ya no guardaba curiosidad, me dejé llevar por la oleada de gentes, arrastrando mis pasos, sin remordimientos pero muy cansado, viendo como el sol coloreaba el horizonte, una fresca mañana desde el puerto de algún lugar del mundo.

domingo, 17 de abril de 2011

Todo se volvió palabras.
Las cosas, los sentimientos, los sueños, los pensamientos, los deseos prohibidos, los pecados, las mentiras, los problemas, las frustraciones, la sabiduría, la ignorancia, las necesidades, todos los actos buenos y malos, las sensaciones, hasta lo que no se ve, lo más temido, suposiciones, creencias, leyendas, esperanzas. No existe nada en nuestro mundo que se libre de una palabra para poder ser nombrado; si existe algo inexistente y aún no es palabra, es que todavía no ha sido descubierto, ninguno lo conoce, nadie lo ha pensado ni imaginado. Hasta la palabra nada tiene significado.
P-a-l-a-b-r-a, formada letra a letra, como gotas de agua, contenidas en nube ligera, bajan sutilmente, como rocío refrescante llenando un vaso, amena plática. Se apalabra el pensamiento, se gesta, se manifiesta en obras, diversas formas, sonidos; finalmente llega a ser palabra.
Preciosas palabras, jamás innecesarias, siempre precisas, dando forma a las ideas, caen de la boca como tormenta imprevista. El dialogo monótono e interminable del silencio es interrumpido por una andanada sistemática de palabras.
Razonamientos y acciones, por medio de palabras se representan, letra tras letra, espacios, símbolos manifestando ideas. Lluvia intermitente, charla interrumpida, texto fragmentario. Necesidad que no se sacia con unas pocas.
Palabras acariciantes que se tornan agresivas. Palabras finas en boca soez.
Inesperadamente brotan, impotente para acallarlas me encuentran indefenso, cohíben, dan miedo; amargan la saliva, me perturban, escupo blasfemias, revelando mis sombríos sentimientos, rebelándome a mis principios. De entre los frágiles muros de mi impaciencia, se desbordan intempestivas, hirientes, gritos, amenazas, entre el coraje se vislumbra la violencia.
Turbias de mentiras, secan la garganta, insípidas al decirlas sin razón. Sedientas de expresión, se precipitan desordenadas. Me hacen correr buscando resguardo, mas de ellas esta colmado el continente. Pero no lastiman las palabras, es la intención del emisor y la interpretación del receptor. Palabras sin pies ni cabeza, sin motivo aparente empiezan, se perdió el principio y finalmente terminaran, inevitablemente. Un sol inhumano a de secarlas, ausencia de ideas, sequía, carencia de palabras; se acabarán, moriré de sed calladamente.

jueves, 14 de abril de 2011

Le tuvo fe a la noche, varias noches.
Despreció al día ¡cuántos desperdiciados días!
En sus ojos los resabios del desvelo, su cuerpo estragado por el necio esfuerzo innecesario.
Duerme al calor del sol, arrullado por los trinos bulliciosos de las aves y sueña que es un árbol, viviendo a gusto a la intemperie. Materia etérea le otorga la calma que anhela, mientras sueña la miseria se vuelve esplendor, desconoce el dolor, sobrepasando el temor, sumido en la natural inconsciencia, se prepara para surcar otra noche, renovado el valor.
Despierta cuando el ocaso se presenta, se suma a las filas de las sombras silenciosas, en la fresca madrugada por calladas veredas vela, siguiendo el rastro de otras oscuras ánimas, prófugas de la luz, que no buscan ni esperan amaneceres mientras pierden la cuenta de los malgastados ayeres.
Pero no se duelen de lo perdido, se regocijan brevemente con lo ganado, pues no pueden recoger la misma agua que han tirado y saben que el tiempo no va a reclamarles desde el pasado.
Vuelven a las tumbas abiertas, las sombras somnolientas, observando atentas al día venir.
El fragor de las horas matutinas, colmadas de rutinas, son ignoradas por las sombras que reposan, ligadas sus sensaciones con el crepúsculo; dejarán el encuentro con Morfeo para volver a vivir, juntos o dispersos, los nobles y los perversos, taciturnos pero sin reproches, rindiendo culto a la noche, a troche y moche o bajo la más rigurosa disciplina; solitarias y cerradas las iglesias, abiertas de par en par las cantinas, la lujuria paseando en las esquinas, se desnuda tras cortinas; la noche a todos sus inadaptados adeptos, de su locura los contamina.
¡Qué sola se siente la sombra!
Cansada, planea otra mudanza, pero ¿a dónde ha de ir sin fe ni esperanza?

martes, 12 de abril de 2011

Todo se volvió palabras.
Las cosas, los sentimientos, los sueños, los pensamientos, los deseos prohibidos, los pecados, las mentiras, los problemas, las frustraciones, la sabiduría, la ignorancia, las necesidades, todos los actos buenos y malos, las sensaciones, hasta lo que no se ve, lo más temido, suposiciones, creencias, leyendas, esperanzas.
Algunas veces he prescindido del uso de las palabras. Por ejemplo en mi trabajo…
Aquella fría pero despejada noche de invierno, en la que las rutilantes luces del cielo titilaban como en una competencia, tratando de lucir unas más que otras, me encontraba circulando por la zona sur-oriente de la Ciudad, en medio de un tránsito inusual para esas altas horas del día, cuando veo una mano levantarse para “hacer la parada”; como sucede en todos los casos, nunca sabes lo que te va a tocar en suerte, solamente esperas que haya gente en las calles necesitando hacer uso de un Taxi.
Eran tres personas sordomudas, a base de señas me fueron indicando el camino para llevarlos, sanos y salvos, a su hogar; en sus caras se notaba la preocupación, era de noche, una Señora –sentada en el asiento del copiloto- fue quien tomó el control de la situación, ya que hubo unos momentos en que los tres se manoteaban tratando de guiarme; la Señora me señalaba con firmeza la dirección que debía tomar, me miraba de reojo, quizás tenía en mente alguna mala experiencia anterior; desde el asiento trasero un Señor y una adolescente constantemente le tocaban el hombro, como queriendo hacerle alguna corrección, pero la Señora sólo hacia un ademán parecido al que utilizamos al espantar moscas, se ponía el dedo índice en la boca y con un sonoro ruido los aquietaba, esto me causaba un poco de risa, la señora se dio cuenta y también se reía, haciendo un gesto de condescendencia hacia sus acompañantes, quienes manifestaban demasiada inquietud; yo me mostré muy seguro durante el trayecto, sin hacer movimientos "sospechosos", para no angustiarlos más. Sin ningún tipo de sobresalto llegamos al lugar, luego de un viajecito de más de treinta minutos, era sábado casi a la medianoche, obras abiertas, dos accidentes, calles cerradas por fiestas, una típica noche de fin de semana en la Ciudad. Después de un ademán para indicarme la última vuelta a la derecha y de señalar con el índice hacia abajo (con mucha autoridad) para marcarme el alto, paramos en una de esas colonias populares donde hay venta de comida hasta bien entrada la noche y mucha gente paseando tranquilamente; se bajaron del Taxi, el Señor me pagó, la Señora me agradecía con elocuentes gestos y una sonrisa de agradecimiento, la adolescente seguía con la misma cara de enfado desde que abordo el Taxi; además de obsequiarme una generosa propina, quede muy satisfecho al ver reflejada en los rostros de la pareja la calma por haber llegado a su domicilio sin contratiempos ni algún tipo de abuso por parte de su servidor. Por último, el Señor hizo con su mano derecha la señal con el pulgar hacia arriba y también una sonrisa de gratitud en su cara.
Esta ha sido la ocasión, en poco más de dos años que llevo trabajando de chafirete ruletero, en que realmente he sentido la satisfacción del deber cumplido, sin que hubiera palabras de por medio para entenderme con los pasajeros.
Ahora recuerdo a otro joven sordomudo que inmediatamente al subir al Taxi comenzó a hacer ademanes para indicarme el camino, el problema esa vez fue que él se sentó en el asiento trasero y eso me dificultaba seguir sus indicaciones y al mismo tiempo manejar; afortunadamente fue un recorrido corto, no tuvimos mayores complicaciones para entendernos y al pagarme el servicio también me regalo unos pesos más de lo que marcó el taxímetro. Considero que en ambos casos fui yo quien no les causo dificultades a los pasajeros.
Y pues la enseñanza que he sacado de estas experiencias, es que debo buscarme puros clientes sordomudos, ya que dejan buenas propinas.
Palabras más, palabras menos.

lunes, 11 de abril de 2011

Me siento ajeno
sin tiempo ameno.
Con malsana apatía
pierdo otro día.
No hallo inspiración
que cause emoción.
Trato de aislarme,
no puedo fugarme.
Horas sin acción,
practico la dilación.
Mientras escribo,
colgado del estribo,
evadiendo el precipicio,
desdeño todo indicio,
malogro cada intento,
desprecio el tiempo,
evitando el momento,
de mostrarme dispuesto.
Buscando unas alas,
escucho las balas,
gritos rompen,
voces corren,
vidas caen,
almas arden,
cada año,
crece el daño,
soy testigo,
no investigo,
prefiero el mutismo,
vuelvo al ostracismo.
Constato con tristeza,
odio es pobreza,
soberbia es vileza,
perdida la nobleza.
Vivir del rumor,
con indigno humor,
torcido el amor,
podría ser peor.
No cuesta trabajo
caer más bajo.

domingo, 3 de abril de 2011

Amor, iré a morir. ¿De amor moriré? Si mueres por amor, no amas a morir. Mejor iré a amar, antes de la inminente muerte. A la mar de amor he ido, armada el alma de amores. Donde mores alma, ama. ¿Dónde moras alma enamorada? More en ti el amor mientras vivas. Amada alma mía, alas da el amor. Alada amada ¿dónde andas? No amordaces al amor, ni seas mordaz al amar. Arde haciendo alarde de amor, no tardes en darte al arte de amar, completo, no en partes. Descansa las ansias, apacienta la paciencia, instruye la inteligencia con diligencia. Demora a la muerte amando, ya sabes que perecer es tu sino, ¡oh, mortecino destino!, sin embargo persiste en amar. Buena o mala suerte, pero si la muerte será tu final, muere amando, mas no mueras de amor. Mereces amor perenne y veraz; ama y sabrás que aún si desapareces, el amor no fallece. Aunque amoroso, irás del gozo al pozo, entonces deja la pereza y ve con entereza a través de la zozobra, aprecia tus obras, mira que no sobran si rebozan de amor. Sed de amor sin saciedad, satisfacer al amar; no andes por las ramas, tu trama que sea sin drama si tratas de amar. Me lo digo, no hay cinismo, sin eufemismos, que no es lo mismo practicar el onanismo que aprender a amarse uno mismo y en el mutismo, disimulo, emulando al amor. ¿Has ido solo, a tu sino, asido y atado a ti mismo? No lo llames egoísmo.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Botella de mar, llevando un mensaje que nadie leerá.
Extraviada en océanos de melancolía.
Perdió su esencia después de tanto tiempo flotando a la deriva, esencia que avivaba pasajeras alegrías, esencia que hacía más llevadera la soledad de los desolados días.
Su cuerpo tan transparente en el agua se mimetiza, prisionera de las corrientes, que no le conceden la playa alcanzar.
Botella que no se quiebra ni en la inconmovible roca de la desilusión.
La hoja dentro del sólido envase, parece el cadáver de una paloma, esperanza muerta, secreto oculto en siempre y nunca, reo del silencio.
Quizás una declaración amorosa de alguien que falleció al intentar cruzar el mar.
Esperando respuesta, en sus ojos se instaló un azul cristalino, registrando incontables ocasos, en sus pupilas dormía la noche, su cuerpo se impregno de la sal del mar y la que de sus ojos solía brotar.
Quiso seguir el camino trazado en las aguas por la luna, sería tristeza, sería demencia o tal vez creyó ver al ser amado del otro lado de la anchura y se lanzó a desafiar las mareas, siendo su tumba el fondo de la inmensidad.
Alma liberada buscando la carta que escribió, recado acallado por vueltas sin fin, tinta muda sin lector, letras en el limbo que jamás avivaron un amor, la voz de un alma en el papel, zozobrando dentro de una botella, arrastradas por vientos que las separan, palabras sin alma, alma sin palabras, náufragas en el piélago insondable de la eternidad.

domingo, 27 de marzo de 2011

Seis de la tarde, se ha nublado el firmamento, recorro las veredas de cemento. Las nubes comienzan a exprimirse ruidosamente, los transeúntes buscan refugio apresuradamente, luces intermitentes en el cielo esparcen nutridas ráfagas de líquido polvoso, admiro la ciudad empapándose debajo del concierto, sorprendido por el estruendo me detengo. De los árboles escurren finas gotas que amplifican el ruido de la lluvia, los pájaros han callado, se hallan escondidos entre las ramas cargadas de agua, los perros se refugian en angostos umbrales, me parecen tristes sus mojados semblantes; camino parsimoniosamente bajo el copioso aguacero, tiro el cigarro que había encendido antes de la inesperada tormenta, poco a poco las calles han quedado desiertas. Baje de mi Taxi al advertir la lluvia, hace varios días que no me tomaba unos minutos para caminar, circulaba cerca de un parque y al ver al ocaso ennegrecerse decidir dar un paseo; el cambio de temperatura me toma por sorpresa pero lo ignoro cuando comienzo a andar entre los caminitos simétricos del arbolado lugar. Aspiro profundamente el olor de la tierra mojada, el aroma intenso de los eucaliptos, el alma de algunas cosas ha salido a danzar en el ambiente mientras el espectáculo de luz y sonido del cielo continúa, de repente parece que mengua, pero intempestivamente arremete con redoblada intensidad, sobresaltando momentáneamente mi improvisada calma; rio al sentirme sorprendido por el colosal tronido, rio al escuchar mis pies chapoteando en los charcos, rio al sentirlos empapados hundiéndose en el lodo, rio al ver correr a algunos desprevenidos buscando un techo para evitar mojarse, rio al pensar que puedo enfermarme, rio como quien nada debe y en lo poco que posee tiene todo, rio como un enfermo de demencia, gozando con verdadera paciencia los proyectiles acuosos que se precipitan sin clemencia. No sé quién o qué determina la duración de la lluvia, así como empezó, de pronto finaliza, las nubes son acarreadas por el viento, se vaciarán en otros lugares, el pedazo de cielo encima de la ciudad se descubre, la perla del firmamento luce un aura peculiar, la admiro embelesado al continuar mi caminata. El tránsito se reanuda, los pájaros se despiden bulliciosamente, los perros corren y se sacuden, las almas regresan a las cosas, otros ruidos se hacen presentes, rumores de transeúntes. Me sacudo como los perros, canto en los caminitos solitarios, como los pájaros, el viento de mis prisas me arrastra como a las nubes; regreso al tránsito.

miércoles, 23 de marzo de 2011

No hare hombres con el barro, pero tampoco lavare mis manos. Después de abarcar, con lo poco que tenga en mi puño apretado, trataré de hacer más de lo posible. No surcaré a pie ningún mar, ni mentiré sobre haber pisado otros planetas, diré honestamente que tropecé intentando aprender a caminar. No obstante abusaré de la imaginación, procurando distraer los sentimientos, trastocando la verdad general, fundando, para mí, efímeras realidades, aunque sean incomprobables, seré  dios de un mundo desolado, reinando entre ruinas de fantasías olvidadas, ideas nonatas que claman ver la luz; repartiré mi tiempo entre el paraíso, el sheol, el limbo y el infierno, caminaré por algunos lugares, haciéndole compañía al eterno errante, no pediré reposo si se me permite ser rayo de sol en las mañanas, viento en las tardes y sombra por la noches; me embriagaré en los jolgorios primaverales, practicaré concienzudamente el ocio durante el invierno y sentiré el placer del vuelo, desde mi corta estatura, sin dejar de tocar el suelo. Seguiré buscando a la mujer de indefinido rostro, que entre sueños veo, al niño que nunca crece, al viejo que año tras año burla a la muerte. Me perderé en un mar sin puntos cardinales, donde no se registra el avance en atrás o en adelante, navegando sin dejar rastro, teniendo el sol y la luna de referentes, todo aquello por lo que me afane resultará intrascendente, sin embargo es necesario para sentirme fuerte, aunque el más fuerte sucumbe ante la muerte, donde la nada es todo lo que existe, pero si nada existe en la muerte, no importa morir, sólo sentir, mientras los sentidos están vivos. Escaso es el sentido de pertenencia durante la lucha por la supervivencia. Creo que lo tengo todo, me lo repito esforzándome al tratar de salir del lodo. Seré algo más que humano, mientras surgen palabras de mis limitadas manos.

lunes, 21 de marzo de 2011

No quiero volver a sentir tu lengua paseando en mi pecho,
no quiero que estemos una noche más en el mismo lecho,
no quiero oír tus ruegos y luego que me acuses de cohecho,
no quiero mirarte con indiferencia ni sentir despecho,
no quiero compartir la vida contigo bajo el mismo techo,
necesitamos dejar esta relación que no tiene provecho,
omitir los reproches, disculpar lo que estuvo mal hecho.
Honestamente perdonar,
sencillamente olvidar,
individualmente recapitular,
solitariamente reanudar,
íntimamente sanar,
alejándonos continuar,
olvidándonos recordar.
No se puede disfrutar con desidia la pasión,
el fastidio no cohabita con la satisfacción,
ni vive la risa en momentos de aflicción.

sábado, 19 de marzo de 2011

Surcando los espacios mentales y auditivos, el dirigible inunda con su estruendo todos los confines imaginables. Cuatro tripulantes vadean el caos con pericia, adquirida en las horas incontables de vuelo; no se sabe con certeza quién es el capitán, aunque uno de ellos es la voz que dirige la travesía. Entre tambores desenfrenados, que repercuten en lo más recóndito de las conciencias, cuatro cuerdas de sonidos profundos, sin monotonía, mantienen el desplazamiento accidentado del dirigible mientras parece ir directo al infierno o al remontar el vacío, carente de destino o ruta fija, pero en todos los trayectos una guitarra ecléctica domina los vastos recovecos del futuro, dando bandazos sorprendentes cambia de rumbo, sorprendiendo a sus mismos compañeros, que tienen capacidad ilimitada de improvisación y responden de inmediato a los sorpresivos nodos ejecutados por el francotirador de la lira eléctrica; el trance en el viaje es permanente, una voz hipnótica se deja escuchar, haciendo muy denso el ambiente, esas cuerdas vocales emiten tonos que son capaces de derretir el más pesado de los metales en los insondables y melancólicos manglares del blues más desesperanzado. Alaridos demenciales nacidos en el subconsciente, elevando odas al amor más perverso, confusos textos, reverberan incontrolablemente en psiques cautivadas por el conjunto inverosímil de sonidos; la voz se confunde entreverándose con las notas musicales, la guitarra canta, la voz toca.
Page, Plant, Jones, Bonham, a bordo del Zeppelin, intemporales, inolvidables. Caballeros de un imperio sin territorio, sus cuerpos y facultades irremediablemente se avejentan, mas su obra no pierde vigencia, las atmósferas por ellos descubiertas son bosques etéreos, a los que numerosos fieles devotos, acuden incesantemente.
Bonham fue sustraído de la tripulación, la muerte vomitó sobre el su instante oscuro y eterno, sus embates agresivos, pero rítmicos, no se oyen más en vivo, no obstante se repiten interminablemente en cualquier parte donde se escucha al dirigible yendo en picada, ardiendo en llamas, pero que jamás caerá.

martes, 15 de marzo de 2011

Dos filos forjados al mismo temple no se mellan.
Al separarse la luz de la oscuridad, nacieron todos los opuestos, parejas indivisibles que no pueden sobrevivir sin contraparte. No existe sol inagotable, tampoco noche perpetua. Algunos elementos son concebidos para dañar, a otros se les encomienda reparar. Todo se compensa en las situaciones, relaciones y emociones, es decisión particular habituarse a alguno de los extremos del binomio. Navegar plácidamente a ciegas, sin guía ni meta o tropezar continuamente, desorientado en senda iluminada. Pasar de exaltada alegría a desgarradora tristeza. Acumular bienes mundanos, acogidos por un espíritu empobrecido, enajenarse con fútiles artilugios, siendo incapaz de maravillarse observando insectos. Soberbia violenta humilla a la inocencia, se envilece a la pureza. También las estrellas, por su lejanía, se antojan insignificantes. Grandiosas obras colectivas, corrompidas por individualismos egocéntricos perversos, al mando de hordas deleznables, maleables e ignorantes. Aún en la más titánica montaña existen grietas. Los matices amplían la frontera, la noche no hiere a la luz al apagarse el día, ni esta lacera las tinieblas en cada nuevo amanecer; aunque como tema de leyenda, es una gran idea.

Un árbol se deshoja, reverdece, se robustece, sus anillos se multiplican, durante extensas eras provee, esparciendo vida a su alrededor; ni los más violentos temporales logran derribar al incólume titán, resiste los embates de los elementos, haciéndose más fuerte gracias a ellos; como un iceberg, su grandeza se mide desde la entraña misma que lo acoge, en el inicio de su ciclo vital, siendo apenas un débil brote, pasando por la consolidación de su cuerpo, afianzándose, irguiéndose lentamente, desafiante, hasta ser una colosal muralla natural, alargando su existencia dentro de ese concepto llamado tiempo.

Una hembra quelonio surca los mares de ida y vuelta, su carga genética le señala la ruta a seguir, para cumplir los ciclos inalterables desde el principio de su vida. En extensas playas, antes vírgenes, desova con dolor el producto de donde saldrá su numerosa prole, reanudando el intento interminable por la supervivencia; centenaria costumbre aprehendida en algún incierto comienzo, ir y venir, adaptándose impertérrita a los cambios bruscos y sutiles, sorteando entre depredadores de mar y tierra, numerosas etapas se graban en su armadura majestuosa, detalles asombrosos animados en una forma prodigiosa, acompañando el ritmo incansable de las vueltas del planeta.

Admirando los peculiares ritos de las fabulosas especies que pueblan esta Tierra, contando a la diminuta mantis, despiadada pero benéfica, pasando por el incomprensible tránsito del salmón, hasta encontrar ballenas pariendo dentro del mar. Millones de vidas relacionadas, con sus labores bien definidas, cumpliendo sus períodos, naciendo y muriendo, equilibrando, sobrellevando dolorosamente la necia intervención del ser humano, sin sentido. Vida contenida en un gigantesco ser vivo que se estremece continuamente, escupe sus entrañas violentamente, se contrae, cambiando su fisonomía lentamente.
Pero pienso que si el camino tuviera conciencia, sentiría la impotencia de no poder andar. Y si a una manecilla le concedieran libertad, trastornaría la falacia de medir el tiempo, aún encerrada en un sinfín de costumbres inexactas.

Sólo el vacío que nos contiene es absoluto.