martes, 31 de mayo de 2011

El lago descansa en silencio breves horas.
Conversa calladamente con la luna que en su espejo se admira vanidosa. La perla del firmamento se pasea con paciencia a lo largo del acuoso volumen, argentando el transcurso de una noche que parece detenida; la doncella de plata no se cansa de prolongar su estadía en este turno, se duplica soñándose eterna sobre la mansedumbre del venero, hasta el momento en que la claridad domina todo el espacio y ella resignada se retira.
El lago despierta poco a poco con las caricias del viento, al toque del sol su piel se entibia y sube al techo invisible, donde la esencia incorpórea de otras masas se condensa, a la espera de cumplir un ciclo casi infalible.
Ráfagas intermitentes de aire desdibujan la quietud en la superficie del lago. Durante la mañana algunas nubes navegan despacio en el reflejo de la límpida cara cristalina. Elementos inamovibles del entorno, duplican su titánica belleza en el ojo que mira siempre al cielo; al cielo que siempre se mira en el lago.
La tarde se aproxima, los vientos se aceleran, toda la fauna que habita el lugar busca a prisa refugio, pues la naturaleza y sus presagios misteriosos conjuran una tormenta. Llegan nubes negras de muchas partes, oscureciendo todo, dejando ciego al lago, vaciándose primero suavemente, luego cayendo como pesada gris cortina sobre el lago que se agita, se levanta, parece defenderse en una colosal reyerta.
Brama colérico bajo la despiadada tempestad, crece amenazante su, de por si, robusto cuerpo.
Parece tener sed y no se conforma, ruge pidiéndole a las nubes más pelea; ellas se desploman con violencia, después de cada trueno. El agua sube y baja; el lago se levanta tan alto como para arrancarle las nubes al cielo, la furia de ambos se revuelve, aparentando no tener fin. El viento veleidoso, que azuzaba a los dos, sin aviso, exhausto, inicia la retirada, al cielo no le queda nada más que arrojar, el lago reclama receso.
Aunque nadie lo notó, las horas se fueron como agua. De nuevo la sorda oscuridad envuelve el lugar con su manto de quietud.

12 comentarios:

Marisa dijo...

Escribes tan bien, que me he encontrado allí, al pie del lago, en mitad de la tempestad, a merced de los elementos.. Vamos, mas o menos como me voy a sentir esta tarde, solo que sin lago.

No sé como consigues tanta inspiración, pero sigue así y no nos prives nunca de tus bellas palabras.

Gracias por pasar por mi blog y por tu incondicionalidad siempre.

Besos

Mariposa Errante... dijo...

Querido Pherro.

Que manera de expresarte.

Besos.

Antony Sampayo dijo...

Hola, Pherro.
Por la forma como lo plasmas nos das la sensación que se trató de una hermosa tempestad.

Abrazos.

neuriwoman dijo...

Bello relato que me hace sentir dentro de él.

Saludos cordiales.

la MaLquEridA dijo...

Una poca de esa agua tempestuosa haría bien para quitar este calor endemoniado PHERRITO, por lo demás buen escrito.



Beso.

María Beatriz dijo...

Hola Pherro:

¡Me encantó!
Sentía que estaba allí, viendo la Luna y su reflejo en el lago, el Sol brillando y más tarde la tormenta...

La Naturaleza nos brinda espectáculos tan hermosos...!

Besos

inma alascio dijo...

Amigo Pherro, como la vida misma ¿verdad?, días límpidos, noches claras, tardes tormentosas,tiempos de tempestad tras los cuales, indefectiblemente, llega la calma, y así vamos pasando la vida, como en ese paisaje donde a lo largo de un día suceden todas esos fenómenos, imprescindibles para mover la tierra, como en nuestra vida lo son para mantenernos vivos.

Magistral tu post de hoy, saludos y por aquí nos leemos.

Nicole dijo...

Muy buen texto. Me gusta la manera en que utilizas diferentes metáforas en la descripción.

Besos

D. dijo...

Hola Pherro:

Como siempre, tumultuoso y preciso.
Sin más.
Por eso vuelvo.
Nos leemos, como decís vos.
Saludos, amigo.

Pherro dijo...

Gracias a ti también Marisa, por tus palabras siempre amables y por seguir acompañandome.

No´más lo que marque el taxímetro, Alas Errabundas.

Nada supera a la naturaleza, Antony.

Eso es lo mejor de la imaginación, Neuriwoman.

Y cuando llueva, nos quejaremos de tanta agua, Malque.

Sí Maribe, sólo ella puede hacer cosas tan magníficas.

Tú lo has dicho, Inma, todo se parece y sigue siendo un misterio.

Gracias Nicole.

No sé si tenga algo de preciso, pero tumultuoso, sin duda, Crónicas.

Abrazo a cada uno de ustedes en la distancia, con afecto y agradecimiento.
Cuídense, que estén muy bien, luego nos leemos.

todavia dijo...

A mi las tormentas me imponen... hasta podria decir que me dan miedo.

Pherro dijo...

La verdad es que cuando la naturaleza se pone brava, sí asusta, Araña.
Cuídate, luego nos leemos.