-Quiero
ser poeta,
le
dije a mi abuela y me enseño a rezar.
-Tú
no sirves para nada,
me
dijo el profesor
y
me dejó toda una mañana
viendo
de frente al pizarrón.
-Me
gustaría aprender a tocar el violín,
le
contesté a mi padre,
cuando
preguntó qué iba a ser de mi vida;
lo
ignoró, quiso enseñarme su oficio,
pero
yo atendí el llamado de la calle y
salí
con mis amigos a jugar fútbol.
-¡Estoy
aburrido!
reclamé
a mi madre al verla lavar ropa,
preparando
la comida,
acomodar
las macetas en la sombra,
dándome
una rebanada de sandía y
hacer
otras cosas que yo no apreciaba;
y
ella se tomó un momento para decirme:
-Lee
todos los libros que están en mi cuarto
y
después hablamos.
No
volvimos a tocar ese tema,
ni
leí todas esas obras,
pero
yo crecí creyendo
que
podría emular a Rubén Darío,
que
vería mi nombre en lomos negros
a
un lado de Mark Twain o -ya un poco mayor-
regodearme
en la eternidad junto a James Joyce.
Un
día entregué mi tarea, era una composición,
debía
alabar el patriótico sacrificio de
“los
héroes que lograron nuestra libertad”,
pero
yo pensé en lucir mi don de escritor,
haciendo
una apología del pueblo liberado
mas
no para el libertador.
-Usted
va a terminar muy mal,
me
dijo otro profesor y pase seis horas más
llorando
una rabia incierta, con la frente
sucia
de gis por contarle mi tristeza
al
mismo pizarrón.
Tantas
palabras han muerto en mis manos,
algunas
ahogadas en noches
que
presumían ser interminables
y
al final, se vaciaron en un instante
de
vasos quebrados.
-Voy
a escribir un libro,
(no
cualquier libro, será un gran libro)
le
comenté a compañeros de trabajo,
un
viernes por la tarde, en el bar;
me
miraron con apatía y me recordaron
que
era mi turno de pagar otras bebidas.
Y
ahora sólo poseo la certeza
de
que de todas las cosas escritas
ninguna
me pertenece; nada más
sé
que alguna de estas noches,
una
de esas muertes va a llevar mi nombre.
2 comentarios:
fuerte texto querido amigo
No todo es tan así me parece.
Las letras se escriben escribiendo. No importa lo leído, ni el tiempo perdido porque ya no volverá. Importa la hoja en blanco.
y los nombres de las muertes,
es preferible dejarlos pasar que mañana es otro día.
Ahora estoy en un taller literario, Amigo.
Y sí, también me comentaron lo mismo que tú.
Todo es perfectible (si es que eso cabe en la literatura); ahora sólo me hace falta tiempo para pulir mis textos.
Gracias por seguir aquí; cuídate, luego nos leemos.
Publicar un comentario